La reina Sofía no atraviesa su mejor momento. A la preocupación constante por sus hijos, se suma ahora un conflicto inesperado con tres de sus nietos. El ambiente en la familia sigue siendo tenso. Y este verano, Marivent volverá a ser testigo de la soledad.
Sofía lleva tiempo esperando que sus hijos, Felipe, Elena y Cristina, arreglen sus diferencias. Pero la reconciliación no llega. La distancia entre ellos no hace más que crecer. Y como madre, eso la afecta profundamente. Aunque guarda silencio, por dentro se consume.
La reina Sofía se siente muy sola
Pero no es solo eso. La tristeza también tiene otro origen: sus nietas Leonor y Sofía. La relación con ellas es casi inexistente. Apenas la visitan. Desde pequeñas, fueron criadas lejos del entorno Borbón. Letizia se aseguró de mantener el contacto al mínimo. La educación, las rutinas, incluso el afecto, pasaron por otras manos: su madre Paloma Rocasolano y cuidadoras profesionales.

Hubo una escena especialmente simbólica explicada por Pilar Eyre. Sofía llegó un día al Pabellón del Príncipe con una caja de juguetes antiguos, recuerdos de cuando sus hijos eran pequeños. Quería regalárselos a sus nietas. Pero ni siquiera pudo entrar. Una cuidadora le cerró la puerta: “Usted no está en la lista de visitas”. Ese momento le dejó una herida difícil de cerrar.
Los nietos Urdangarin cancelan su visita a Marivent
Con el resto de los nietos, la conexión es algo mejor. Pero superficial. Solo van a Zarzuela cuando les conviene. Y eso duele. Este verano, tres de ellos, Pablo, Miguel e Irene Urdangarin, pensaban pasar unos días con ella en Marivent. Pero también tenían otros planes: ir acompañados de sus parejas. Pablo quería ir con Johanna Zott. Miguel, con Olympia Beracasa. Irene, con Juan Urquijo. Pero ahí surgió el problema. La reina Sofía dijo no.

Sofía no quiere novias ni novios en Marivent. Solo aceptaría prometidos formales o cónyuges. Nada de relaciones pasajeras. Esa ha sido siempre su postura. Muy tradicional. Muy estricta.
La respuesta de sus nietos no se ha hecho esperar. Se sienten ofendidos. Lo ven como un rechazo. Y finalmente han decidido no ir. Y se mantendrán en esta posición si no les dejan acudir con sus parejas.