El acto de entrega de los premios Princesa de Asturias ya se han celebrado en Oviedo. El Teatro Campoamor vistió sus mejores galas para recibir a la hija pródiga, la heredera al trono, una princesa Leonor que volvió a España por primera vez desde que está en el internado de Gales y que fue la gran protagonista de los premios que llevan su nombre.

Todo fueron elogios en la capital asturiana hacia la hija mayor de Felipe y Letizia, que algunos, eso sí, consideran que perdió el duelo estilístico con su hermana pequeña, la princesa Sofía. Leonor ha vuelto cambiada, más adulta, y de ella estuvieron pendientes en todo momento sus padres, especialmente una reina Letizia que no perdía hilo de lo que hacía o decía su hija. Un discurso donde habló de los jóvenes, de la tierra que pisaba y donde demostró que en pocas semanas en Gales, tiene un inglés que ya querría tener su padre.

Felipe y Letizia miraban atentamente a su hija. Pero de quien no estuvo tan pendiente, de hecho, de quién pasó olímpicamente la reina, fue de su suegra. Lejos queda ya aquel feo que le dedicó en la catedral de Palma que dio la vuelta al mundo. Sin llegar a aquellos extremos, la asturiana, sin embargo, demostró públicamente que la reina Sofía le trae al pairo, y le hizo más caso a cualquiera que pasara por allí que a su propia suegra.

Quien se ha fijado y lo ha remarcado ha sido la periodista Pilar Eyre, que no daba crédito a cómo Letizia hacía como si no viera a Sofía. O mejor dicho, la veía perfectamente y se negaba a mirar hacia ella. La escritora catalana, mirando la transmisión del acto por televisión, apunta que "Letizia pasando olímpicamente de la suegra... ni la ha mirado ni le ha dirigido la palabra. Por eso me parece que la presencia de la emérita sobra".

Pasotismo que se repitió a la salida del recinto, cuando empezaban a caer gotas del cielo de la lluvia y Letizia cogía el paraguas mientras su marido iba saludando y Sofía, detrás, como si fuera la que abre la puerta para que pasen los monarcas:

Uno de los muchos comentarios que ha recibido la cronista es de un tuitero que expresa que "Es un acto público que dura pocos minutos, como mínimo se le pide un poco de educación, que fuerce una sonrisa y salude a su suegra; eso lo hace todos los días con miles de personas que no conoce. En su vida privada que haga lo que quiera".

La respuesta de Eyre, precisa y acertadísima, como siempre, manifestando que los paripés que se hacen en Zarzuela manteniendo a Sofía en actos como este, cuando es evidente que su nuera ni la soporta ni hará el esfuerzo, son grotescos: "creo que ella quería dejar constancia pública de que no le une nada a los reyes anteriores. Como he dicho, creo que Sofía no debería ir a estos actos. El gran error ha sido mantenerles a ella y a JC los títulos de reyes… A ver, sin ánimo de defender a nadie… cuántos palos ha recibido Letizia mientras JC, el cuñado y quien sabe más hacían cosas muy feas? Quién la defendía entonces? Está dolida con su familia política y me parece lógico. No quiere que Sofía esté ahí, y se la imponen…".

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Sofía, con sus nietas Leonor y Sofía / GTRES

Si a eso le sumamos que su propia madre, Paloma Rocasolano, quedara en un tercer plano, sin desfilar ante los medios de comunicación, sentándose sola en el patio de butacas, queda todo dicho.

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Paloma Rocasolano en el Teatro Campoamor de Oviedo / GTRES

Veremos en qué nuevo acto vuelven a coincidir Letizia y su suegra... Aunque cada vez tengo más claro que dentro de poco, no se verán ni por Navidad.