Hay familias que sólo se reúnen por Navidad, en alguna boda o en algún funeral. Los Borbones son de estos. Hace tiempo que la unidad familiar no existe. Entre los suegros, las nueras y las cuñadas se odian, y, en el centro, un monarca que, tal como definió Jaime Peñafiel, creó un "cordón sanitario" a fin de que la familia real se limite a él, a Letizia, a las niñas y un poco de pasada, los abuelos.
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El cronista azul ha analizado en el programa Todo es mentira la misa funeral que reunió a Felipe, su mujer y las hermanas del rey, en honor a la difunta Pilar de Borbón, hermana de Juan Carlos. Y en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, se produjo una imagen muy representativa, cuando Elena, Cristina y la reina Beatriz de Holanda estaban en la primera bancada. Felipe y Letizia llegaron al funeral con el tiempo justo, y fueron directamente a dar un protocolario beso a la reina orange y a los reyes eméritos. A las infantas, ni un 'hola'. La cara de asco de las cuñadas de Letizia ya lo decía todo. Y el sentimiento era recíproco por parte de la asturiana.
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Peñafiel retrata la escena con una palabra demoledora: "Fue una grosería". Para el periodista, lo peor no fue un nuevo feo de la reina a sus cuñadas, sino que su marido, por temor a recibir cuando llegaran a casa, agachó la cabeza y siguió las directrices de la reina: “No sé si para evitar de que la cosa fuera muy tensa para Letizia no saludó a sus hermanas, sabiendo que ella no lo iba a hacer. Fue una grosería. Para evitar que se notara mucho el desaire de Letizia a sus hermanas, él tampoco las besó. Me pareció absurdo, son ganas de mantener una tensión que hay que dejar. Quizás para bajar la tensión, el rey ha querido no saludar a sus hermanas y así no se nota tanto, pero no, así se nota mucho más”.
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Peñafiel descartó que fuera ninguna cuestión protocolaria.