Que nadie se alarme. No, Juan Carlos de Borbón no ha muerto. El emérito de 84 años sigue vivo y escondido en los Emiratos Árabes. Incluso respira más profundamente tras la decisión de los tribunales londinenses que le han ofrecido un salvavidas en su proceso judicial con su ex amante Corinna Larsen. Los británicos también consideran que era inviolable hasta el año 2014, por lo tanto su panorama ya no es tan negro. Otra cosa es la imagen que proyecta: eso no hay quien lo blanquee. Sí, tanto le dará, él solo piensa en salir de rositas y punto. Pero la leyenda negra de su comportamiento reprobable irá ligada a su nombre para siempre. Y a la de sus descendientes, por mucho que les pese. Pero vaya, lo que decíamos: no ha muerto, pero la herencia ya se está repartiendo.

Descendientes entre los cuales hay los 4 hijos de la infanta Cristina con Iñaki Urdangarin. Una saga que ya tiene lo suyo con las fechorías del vasco en el caso Nóos. Por si alguien acaba de aterrizar en el planeta Tierra, Iñaki acabó en la cárcel por corrupto, un hecho que hirió de muerte a su matrimonio. Un gran panorama en casa, sí. Juan Valentín, Pablo, Miguel e Irene, sin embargo, admiran a su abuelo, lo aman, incluso cruzan el mundo para visitarlo en su escondite. Ningún reproche a la persona que influyó en las conductas delictivas de su aita Iñaki y que dio una patada en el culo a la mamá Cristina. Y es que el yayo es mucho yayo. Los nietos lo adoran. ¿Por qué? Porque comparte su obscena fortuna con ellos. Bueno, migajas. Pero menos da una piedra.

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La infanta Cristina con sus hijos Juan Valentin, Miguel e Irene Urdangarin / GTRES
Pablo Urdangarín FCB
Pablo Urdangarin / F.C.Barcelona

Un coche de alquiler, parte de la herencia de Juan Carlos a los hijos de Cristina e Iñaki Urdangarin

Juan Carlos y su herencia en vida: si a Victoria Federica le regaló una yegua con aquel lío de las tarjetas black, con los Urdangarin el obsequio es menos ostentoso, pero también hay caballos por medio. Muchos. Entre 140 y 245, de hecho: hablamos de la potencia del VW Golf que les regaló en formato de alquiler en 2020. Un coche que, hasta ahora, ha disfrutado en exclusividad Juan Valentín, el mayor y el más extraño de la prole. Era el único que tenía el carnet de conducir, o mejor dicho: el único que lo tenía en Madrid. Miguel también tiene la licencia, pero como vive en el extranjero no precisaba del vehículo. Solo lo utilizaba cuando volvía a España y se encontraba con su hermano mayor. El resto del clan iba de paquete en el coche por no tener carnet. Irene, al ser menor de edad, y Pablo, que con 22 años todavía no lo tiene. Pero esto está cambiando. El conflicto está a la vista.

VW Golfo|Golf GTE Volkswagen
El Golf de alquiler regalado por Juan Carlos a los hijos Urdangarin / Volkswagen
Juan Carlos I cono sus nietos
Juan Carlos con los nietos / Europa Press

Pablo Urdangarin haciendo prácticas para obtener el carnet de conducir

Pablo vive y trabaja en Barcelona. Es jugador de balonmano como Iñaki, en el mismo club en el que triunfó de forma espectacular, el Barça. El joven también estudia, cosa no habitual entre los sobrinos del rey Felipe. Sus desplazamientos tienen que ser con chófer, pero pronto no lo necesitará: está haciendo las prácticas de conducción. Vanitatis publica fotos de Pablo en el coche de la autoescuela con su instructor. Se supone que ya ha aprobado al teórico, claro, aunque en el universo borbónico nada es lo que parece... ni lo que dicta la razón. Las instantáneas nos enseñan a un tipo afectuoso y simpático con su profesor, pero con cara de circunstancias al volante. Concentrado. No quiere suspender el día del examen y hacer el ridículo. Quiere llevar la 'L' verde lo antes posible. Y si es en el vehículo regalado del abuelo, mejor. Eso sí: lo tendrá que pelear contra Juan Valentín, del que no se conoce oficio ni beneficio. De hecho, solo tiene el coche y el vicio de fumar.

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Juan Valentín conduciendo / Europa Press
Juan Carlos I y Pablo Urdangarín
Pablo Urdangarin besando la mano del abuelo Juan Carlos / Europa Press

Los más carrozas recordarán aquella teleserie de los 80 y los 90, 'Los problemas crecen'. Un título con el que conviven cada día en Can Urdanga. Y los que están por llegar...