Juan Carlos I siempre ha sido un hombre de negocios. Con Iñaki Urdangarin tenía una relación muy estrecha. Aunque no salió culpable del caso Nóos, de hecho ni su nombre apareció, el exmonarca era conocedor de todos los movimientos de este entramado. Esta semana está levantando mucha polvareda el nuevo libro de David Fernández y José María Olmo sobre la vida más oscura del emérito. Después de revelar la existencia de una supuesta hija ilegítima, algo que él mismo negó en rotundo, en el segundo capítulo hablan de una estafa.

Los periodistas explican que Juan Carlos viajó a Irlanda en julio de 2017. Ya era emérito y tenía más tiempo libre. Se hospedó en la mansión de un amigo suyo, el industrial mexicano Allen Sanginés-Krause. Su castillo se encontraba en Clonmellon, a 75 km al oeste de Dublín. "El monarca había conocido a Sanginés-Krause cuando este era responsable del banco estadounidense Goldamn Sachs en España, aunque no establecieron un vínculo de confianza hasta después de la abdicación. Corinna ya había hecho negocios en pasado con el banquero. Juan Carlos I y Sanginés-Krause pertenecían a esferas distintas, pero el rey emérito consideró que el financiero podía resultarle útil después de la abdicación”, relatan los periodistas en un extracto al que ha tenido acceso Vozpopuli.

Juan Carlos en el coche efe
Juan Carlos en el coche efe

El hombre, natural de México, estudió su carrera universitaria en el Instituto Tecnológico Autónomo de Ciudad de México. Posteriormente, ingresó en la universidad de Harvard, donde se doctoró en Economía. Siempre se ha dedicado al mundo de la banca de inversión. Se codeó con las personalidades más importantes del mundo.

“Ocupaba un asiento en el organismo que gestiona los principales castillos del Reino Unido, entre ellos, la Torre de Londres y Kensington Palace; formaba parte del consejo de antiguos alumnos de Harvard; era miembro fundador de la Fundación Europea para la Cetrería y hablaba seis idiomas, entre ellos, ruso y alemán”, detallan los periodistas en el último libro sobre Juan Carlos. Aunque no era una de las personas más ricas, su olfato en el mundo de la banca despertó el interés de Juan Carlos.

20 millones de euros desaparecidos 

Al abdicar y dejar su trono a Felipe, Juan Carlos quería fijar su nueva residencia en Londres y allí empezar de cero. Su intención era tejer una nueva red de contactos, y para ello necesitaba un gestor financiero. Sanginés-Krause se encargó de ello. En 2014, el rey Juan Carlos tenía fundaciones y tesaferros con millones de euros en diferentes bancos y países. El banquero mexicano sabría gestionarlos.

https://www.youtube.com/watch?v=UeEwI90IPsA

Ese verano Juan Carlos le confiesa al experto en banca que acaba de recibir 20 millones de euros y tenía intenciones de invertirlos en una estructura offshore distinta de las que ya usaba para diversificar riesgos y obtener nuevas plusvalías. En banquero se ofreció a invertir ese dinero y aumentar su valor sin que nadie supiese quién es el verdadero propietario.

“La respuesta de Sanginés-Krause provoca estupor a Juan Carlos I. El inversor mexicano le cuenta que la inversión ha sido un desastre. El dinero se ha esfumado y no puede hacer nada para recuperarlo. No hay forma de deshacer la inversión y reintegrarle los fondos”, se detalla en el libro ‘King Corp’.

Juan Carlos sabía perfectamente que 20 millones de euros no se podían perder en su totalidad. Había sido estafado y no se podía creer que alguien se hubiese atrevido a hacerlo.