Hace algunos años, Meghan Markle fue vista como una bocanada de aire fresco dentro de la arcaica monarquía británica. Una mujer moderna, independiente, activista y actriz de renombre internacional, que prometía transformar los rígidos protocolos del Palacio de Buckingham, al igual que lo hizo en su momento la recordada Lady Di. Sin embargo, lo que en su día fue una promesa de cambio, ahora se ha convertido en una figura polarizante y, según los más recientes sondeos, cada vez más impopular.
La encuesta de ‘YouGov’ no deja lugar a dudas: solo un 20% de los británicos tiene una visión favorable de la duquesa de Sussex, lo que la sitúa prácticamente en el sótano de la aceptación pública, apenas por encima del controvertido príncipe Andrés. El contraste es brutal si se compara con el 55% de favorabilidad que Meghan disfrutaba en 2019, antes de su abrupta salida de la Casa Real británica.
Meghan Markle y la caída libre de su imagen pública en Reino Unido
La percepción de Meghan ha sufrido un derrumbe tan estruendoso como inesperado, alimentado por una serie de decisiones, entrevistas y productos mediáticos que no han hecho más que polarizar a la opinión pública. Mientras algunos jóvenes entre 18 y 24 años aún le guardan simpatía (con un 38% de aprobación), el rechazo es casi total entre los mayores de 65 años, donde apenas un 8% mantiene una imagen positiva de ella.
Los tabloides británicos no han dado tregua. Desde su boda con el príncipe Harry hasta sus explosivas entrevistas, su distanciamiento con la Familia Real y el lanzamiento de su marca personal, Meghan ha sido carne de cañón para los medios. Y aunque parte de la prensa sensacionalista ha sido criticada por su tratamiento hacia ella, lo cierto es que el público británico parece haber perdido la paciencia y el interés.
De duquesa a influencer: ¿el ocaso de una royal?
En paralelo al rechazo que enfrenta en el Reino Unido, Meghan ha intentado reinventarse en Estados Unidos, donde ha lanzado nuevos proyectos bajo su sello personal. Su serie en Netflix, With Love, Meghan, logró colarse en el top 10 de la plataforma, y su marca de estilo de vida, As Ever, sorprendió con una lujosa línea de productos como tés artesanales y mermeladas gourmet. Sin embargo, este aparente éxito comercial no ha logrado frenar el desgaste de su imagen internacional. En Estados Unidos, Meghan tiene una favorabilidad del 41%, un porcentaje aceptable pero lejos del apoyo que gozan otros miembros de la familia real, como el príncipe Guillermo o incluso Harry, quien mantiene un 56% de aceptación en suelo americano.
Los expertos en imagen pública apuntan a un error de cálculo en la narrativa que Meghan ha querido construir. Su constante victimismo, su discurso en ocasiones contradictorio y su aparente desconexión con la opinión pública británica han contribuido a su desgaste. Ni su podcast, ni sus entrevistas reveladoras, ni su incursión en el mundo del lifestyle han conseguido redimirla ante un público que, cada vez más, la percibe como calculadora y oportunista.
Mientras tanto, en Reino Unido, los verdaderos herederos del corazón del pueblo siguen siendo los príncipes de Gales. Guillermo y Kate gozan de un respaldo abrumador del 75% y 72%, respectivamente, consolidando su papel como los rostros confiables del futuro monárquico. En cambio, Meghan y Harry parecen navegar en un limbo de celebridad sin patria, atrapados entre la realeza que dejaron atrás y el star system que aún no los abraza del todo.