Monárquicos, republicanos y fisgones sin adscripción ideológica examinan con lupa todo lo que pasa en Sanxenxo, donde ya tenemos a Juan Carlos haciendo de grumete en el Bribón. La visita, de momento, está llamando la atención por los esfuerzos en mantener la discreción y evitar espectáculos lamentables e impúdicos, aquellos que hicieron que Felipe VI se subiera por las paredes un año atrás. Hay malas caras, silencios y ausencias significativas. Incluso la entrada en el agua del emérito no ha provocado la marea popular y el enloquecimiento de sus irreductibles; se han cortado un poquito. Juancar agacha la cabeza, ha costado pero parece que así es. Felipe wins. Y Letizia, claro, la nuera maléfica.

La consorte tenía este jueves una oportunidad para contraprograma a su suegro: mientras el hombre llegaba al Club Náutico equipado para entrenar en las regatas, ella se quedaba en Madrid y presidía un acto de tipo militar en la Base Aérea de Cuatro Vientos. No digan que no está bien escogida la cita: celebrar el centenario del primer aerotransporte médico realizado en España, fechado en la guerra contra Marruecos. Historia antigua, como el emérito. El escenario invita a la socarronería: Juan Carlos en avión más solo que la una i medio impedido, y ella en helicóptero bélico médicalizado rodeada de militares y autoridades. Algunas de las fotos del día tienen su jugo, como ésta.

Letizia helicoptero EFE
Letizia en helicóptero en Madrid / EFE
Juan Carlos baja avión Vigo Europa Press
Juan Carlos llegando en avión a Vigo / Europa Press

Letizia, con el ejército mientras Juan Carlos navega. Situación ridícula

Ahora bien, hay otras imágenes todavía más aprovechables: las que se ha producido durante la llegada de la reina al simulacro de evacuación que era el plato fuerte del acontecimiento. Los responsables habían reservado, obviamente, un espacio de deferencia a Letizia, era la jefa. Acompañada por el Jefe del Estado Mayor del Aire y del Espacio, el general Javier Salto, y de la ministra de Defensa Margarita Robles, ha protagonizado una escena ridícula. La culpa, por una vez, no era suya. La culpa es de los organizadores. Especialmente en referència a las sillas: han intentado disfrazar que eran indignas para la institución que tanto aman y defienden, pero el resultado no colaba. La reina ha detectado al instante la trampa. Y no le ha gustado ni un pelo.

Letizia mira de soslayo GTRES
Letizia viendo una silla cutre disfrazada / GTRES
Letizia sentada GTRES
Letizia sentada / GTRES

La silla cutre que cambia el gesto de la reina

Las caras de la señora viendo que habían puesto una sábana sobre una silla escolar son un poema. Incómodas, básicas, duras como una piedra... y cubiertas con un tejido que no era lo bastante largo como para tapar las patas de plástico barato. No queremos ser malpensados, pero a ver si se trata de una especie de boicot de infiltrados de su suegro, que querían provocarle mal de espalda, de posaderas y de huesos, e inundar de paso las agencias y los medios de comunicación de fotografías de una reina en posturas nada ergonómicas. Ideal. Jugada maestra. Juan Carlos tiene un motivo para cambiar el rictus. Para simulacro cutre, el de la silla.

Letizia silla EFE
Letizia incómoda / EFE
Letizia simulacro evacuación EFE
Letizia y su simulacro de silla / EFE

Las dos Españas (monárquicas) a la greña. Todos con el culo pegado a la silla viendo el espectáculo.