Cuando Felipe ha cometido algún error de protocolo ante su mujer Letizia, ella no ha dudado ni un segundo en hacérselo saber ante todo el mundo, ridiculizándolo en público y diciéndole que no se hacen así las cosas, le lame un pie que su maridito quede en evidencia o no delante de los ojos de todo el mundo. El ejemplo más paradigmático de eso lo encontramos en la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Investigación el año 2022 en Alicante, y a la hora de entregar un galardón, el Borbón, empanado y en la parra, se pensaba que le tocaba a él. Pero su mujer le dejó claro que no. Letizia lo corrigió rápidamente, señalándole con firmeza su propio pecho, reclamando que le tocaba a ella y teniendo que explicarle cómo va el turno de entrega, como si acabara de recibir el título de rey en una feria y no supiera cómo va la cosa protocolaria:

Letizia, con la cara paga. Le saca de quicio cuando los otros, sea el rey o los de protocolo, la pifian, como cuándo pasó en un acto en Granada donde nadie pensó en ella a la hora de hacer un brindis en público, y mientras su marido cogía una copa, ella hacía mímica haciendo ver que también brindaba... sin nada en las manos. Una de las imágenes más esperpénticas de los últimos tiempos en actos de los reyes:

Pero por lo que vemos, equivocarse en Zarzuela no lo llevan demasiado bien. Ni los unos ni los otros. De tan acostumbrados a que las cosas se hagan como tocan, o como ellos quieren que toquen, cuando alguien se salta el protocolo o se confunde, las caras de vinagre salen rápidamente. Y si, como ahora, ha sido Letizia quien no sabía de qué iba la cosa, Felipe también pone cara como si le estuvieran haciendo la depilación brasileña pelo a pelo.

Cara de pocos amigos, rechinar de dientes y miradas asesinas al infinito. Ha pasado en las escaleras del palacio de la Zarzuela durante la recepción de los monarcas al presidente de Paraguay, Santiago Peña, y su mujer, la primera dama Leticia Ocampos. Salen los cuatro ante los fotógrafos y Letizia coge la directa y baja un peldaño más de lo que toca. Miren la reacción de su marido, que no quiere ni mirar, tal como se ha fijado la revista Lecturas:

¿Quién será el siguiente de los dos que provocará en el otro esta cara de pocos amigos? Hagan sus apuestas.