La reina Letizia es, en cuestiones alimentarias, una persona complicada. Tiene gustos particulares, aunque que más que hablar de gustos tendríamos que decir obsesiones. Aplica una disciplina casi militar a la lista de la compra, la nevera y la despensa de palacio son territorios libres de una amplia gama de productos de uso popular. El objetivo es alcanzar el máximo grado de perfección de la alimentación supuestamente saludable, eliminando grasas, frituras y productos procesados. Fetén, o no. Porque una cosa es que la consorte haga lo que le salga del moño y del estómago, pero otra que la manía afecte a la vida de su entorno. Y está pasando. Algunas de las caras de pena que pone Felipe en público bien podrían explicarse a través de la dieta que le imponen en casa, triste y soporífera. Él que era más de kebabs, como su padre... y ahora esto.

A ver, la reina vive muy pendiente de su estado físico y de su imagen. Se cuida mucho, tiene una figura muy musculosa gracias al deporte y la escalada, y si tiene que hacerse algunos retoquitos extra, pues ea, venga. No pasa nada. El problema es el momento de sentarse en la mesa y encontrarse con un drama cotidiano. Ser rey y tener que privarte de comidas suculentas para encontrarte una montaña de alpiste, de hojas verdes, de legumbres, claras de huevo, etcétera. Que nadie se altere, que no estamos criticando a nadie que se alimente como ella: pero que es un aburrimiento lo mantendremos hasta el día del juicio final. Además, la motivación no es estrictamente por motivos de salud, o mejor dicho: busca beneficios muy concretos, salir mejor en las fotos y combatir el paso del tiempo.

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Felipe VI / GTRES

La inflexible dieta de Letizia para detener el tiempo y parecer más joven y radiante

Letizia sigue la dieta Perricone, diseñada para frenar el envejecimiento. Seguro que es una recomendación del doctor y eminencia antiaging con el que salieron a cenar hace poco. Las normas son sencillas: sólo ingerir alimentos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. El resto, veneno. Hay días mejores y peores para sus adeptos: una fiesta si te tocan legumbres y salmón, un funeral si te tienes que tragar quinua, cúrcuma, kombucha y kéfir. Así de claro. Debe ser buenísimo para el cutis, pero el paladar no se recupera con facilidad. Y así le van las cosas: según leemos en Pronto, su desayuno favorito es una tortilla de tres claras y una yema bañada con una taza de té verde. Ideal.

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Letizia / GTRES gtres

El trastorno por la alimentación sana que afectaría a la reina de España

La revista analiza la dieta de la reina y la compara con otras royals europeas, explicándonos que la española gana por goleada por guapa, lozana y blablabla. Pero lo que son las cosas, unas cuantas páginas más adelante encontramos un artículo de aquellos de relleno, entre crucigramas, recetas y consejos domésticos para limpiar manchas de óxido. Se llama así: "Ortorexia: Obsesión por una alimentación sana". Un trastorno que afecta al 28% de la población mundial, especialmente mujeres y jóvenes, según la OMS. Son "conductas de riesgo de personas con rasgos obsesivos, perfeccionistas y exigentes. Hacen de la comida el centro de su vida, mostrando patrones alimentarios que van más allá de una alimentación sana, son compulsivos". Este trastorno encaja con el personaje, sin duda. "Cuanto más tiempo pase, más complicado será romper con la pauta nociva". Pues eso.

Felipe VI cena familiar
Las cenas de Zarzuela / @casareal
Letizia dedo boca GTRES
Letizia / GTRES

Tenemos la suerte de que nunca seremos invitados a comer en Zarzuela. Pero que mucha suerte.