La relación entre Felipe VI y Letizia atraviesa uno de sus momentos más tensos. Aunque en público muestran unidad, la realidad en privado es muy distinta. Los gestos de complicidad son cada vez más escasos. Pasan horas en la misma casa, pero cada uno vive separado.

Hace años dejaron de compartir habitación. Incluso se comenta que dejaron de compartir cama. Ahora, su convivencia se limita a lo estrictamente necesario. No hay planes conjuntos. No hay cenas familiares. Cada uno sigue su rutina, sin intentar aparentar cercanía.

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Letizia y Felipe / Gtres

Felipe VI y Letizia, vidas por separado

Mientras Felipe pasa tiempo con sus amigos, Letizia se refugia en su círculo de confianza femenino. Sus amigas se han convertido en su apoyo emocional. Según fuentes cercanas, Letizia no oculta sus opiniones negativas sobre su marido. Lo califica de flojo, incapaz de asumir con firmeza su papel de rey. Cree que su carácter no está a la altura de las responsabilidades de la Corona.

La realeza ha intervenido en varias ocasiones. Se le ha pedido que mantenga la discreción en sus comentarios privados. Cada palabra podría filtrarse a la prensa, dañando la imagen del monarca y de la institución. Sin embargo, Letizia sigue expresando su descontento entre amigas, dejando ver que su paciencia tiene límites.

Los expertos aseguran que esta situación no es nueva. Hace más de una década que surgen rumores sobre distanciamiento y desacuerdos en el matrimonio. En público, todo es formalidad. En privado, el respeto mutuo parece desgastado. Algunos biógrafos afirman que Letizia nunca estuvo completamente enamorada de Felipe. Su matrimonio habría estado más motivado por la ambición y la oportunidad que por el amor.

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Letizia y Felipe / Gtres

Letizia habla mal de Felipe VI en sus círculos privados

El punto de fricción también incluye la relación con Juan Carlos I. Letizia critica que Felipe no se enfrenta con firmeza a su padre, permitiendo que ciertas situaciones del pasado del rey emérito queden sin resolver. Para Letizia, la falta de autoridad de Felipe frente a su entorno familiar es otra prueba de que no está preparado para reinar con el rigor que exige la institución.

A pesar de todo, el matrimonio sigue formalmente unido. No hay divorcio, aunque la convivencia es mínima. El modelo recuerda al que siguieron Juan Carlos y Sofía en su momento, priorizando la estabilidad de la monarquía sobre la vida personal.