La reina Letizia no escatima esfuerzos cuando se trata de la imagen y preparación de su hija mayor. Con la primera visita oficial de la princesa Leonor a Navarra en la agenda, la consorte de Felipe VI ha decidido desplazar a todo un ejército de profesionales: peluqueras, maquilladoras, modistas e incluso el psicólogo que desde la infancia acompaña a la heredera. Nada queda al azar en el complicado entramado de la Casa Real, que busca proyectar una figura fuerte y segura de la joven monarca en formación.
Lejos de ser un simple desplazamiento institucional, la gira navarra se ha transformado en una operación de alto voltaje. La comitiva recorrerá Pamplona, Viana, Olite, Tudela y el monasterio de Leyre, pero lo que más llama la atención es el trasfondo: Leonor debutará como princesa de Viana, un título cargado de historia y tradición. Sin embargo, la atención mediática no está puesta únicamente en el protocolo, sino en la evidente presión que rodea a la hija de los reyes, especialmente tras confirmarse que viaja acompañada de su especialista en oratoria y control del miedo escénico.

El psicólogo de Leonor, pieza clave en sus apariciones públicas
Desde niña, Leonor ha contado con apoyo profesional para superar sus dificultades con la dicción y la seguridad ante las cámaras. Años de ensayos, discursos estudiados al milímetro y sesiones privadas habrían permitido a la princesa desenvolverse con mayor naturalidad en actos oficiales. Sin embargo, la estrategia de Letizia es clara: garantizar que su hija no solo cumpla, sino que brille bajo los focos.
El despliegue del séquito en Navarra no es una excepción. Cada aparición de la princesa requiere un control absoluto, desde la elección del vestuario hasta el tono de su voz. La presencia del psicólogo refleja la importancia de esta visita, que no solo es un hito institucional, sino también un examen personal para la futura reina. En Viana, donde asumirá públicamente uno de sus títulos más emblemáticos, todo detalle será escrutado por los medios nacionales e internacionales.

Una imagen cuidada al milímetro para no dar lugar a críticas
El estilo de Leonor, cuidadosamente supervisado por modistas y estilistas de confianza, se ha convertido en un elemento estratégico de comunicación. Letizia controla cada peinado, cada prenda y cada gesto de su hija, consciente de que cualquier error puede convertirse en noticia. La decisión de trasladar peluqueras y maquilladoras hasta Navarra busca evitar imprevistos que pudieran empañar el histórico debut de la heredera.
Pero detrás del impecable aspecto se esconde una presión creciente. Fuentes cercanas a Zarzuela señalan que Leonor siente el peso de estar bajo constante observación, lo que explicaría el refuerzo psicológico que acompaña sus pasos. Aunque sus discursos en Oviedo o en el Congreso han mostrado progresos notables, la ansiedad que generan estas intervenciones todavía exige un acompañamiento profesional.
El viaje a Navarra marca también la antesala de un otoño frenético para la princesa. Tras esta cita, tendrá que enfrentar el desfile del 12 de octubre, la recepción en Palacio y los Premios Princesa de Asturias, eventos que consolidarán su proyección pública antes de cumplir los veinte años. Con semejante calendario, no sorprende que Letizia haya decidido blindar a su hija con todo tipo de apoyos profesionales. La verdadera interrogante es si tanta preparación logrará disipar las dudas sobre su naturalidad o, por el contrario, dejará en evidencia la obsesión de Letizia por el control absoluto.