La formación militar de la princesa Leonor sigue siendo objeto de seguimiento constante. Su reciente paso por la fragata Blas de Lezo, que culminó con su llegada a Gijón el 3 de julio, ha estado marcado por la imagen pública impecable. Sonrisas, uniforme, protocolos… Pero tras esa fachada hay historias muy distintas. Una de ellas tiene que ver con tensiones internas y conflictos con parte de su equipo de seguridad personal.
La escolta de Leonor vive sometida a una presión que va mucho más allá de lo habitual. No solo deben proteger a la heredera al trono en actos oficiales, sino que también tienen que vigilar cada aspecto de su vida privada. Desde sus paseos fuera del control militar hasta sus escapadas discretas al extranjero. Todo debe estar controlado. Todo debe permanecer fuera de las cámaras.
Estalla la polémica entre Leonor y la escolta
Y ahí está el problema. El desgaste entre los escoltas es evidente. El ritmo es frenético. Los errores se pagan caro. Y cuando en redes sociales comenzaron a circular fotos de Leonor en una fiesta en Brasil, y otras donde aparece paseando con su presunto “amigo especial” en Uruguay, la alarma saltó. No solo en Casa Real. También en la propia Leonor. Tanto por el hecho de que se dinamitara su privacidad como por haber sido captada con un chico. La princesa no quiere etiquetas ni que se la encasille con nadie.
La princesa se enfadó. Y mucho. Acusó directamente a dos miembros de su equipo de seguridad. Les reprochó que no supieran mantener su privacidad. Que no evitaran que esas imágenes se hicieran virales. Que no hubieran previsto lo que podía ocurrir.
Reproches de Leonor a sus guardaespaldas
Pero el enfado no se quedó en simples reproches. Según fuentes próximas, Leonor tuvo palabras muy duras con los dos escoltas más cercanos. Les gritó, les responsabilizó del desastre mediático. E incluso llegó a amenazarlos de que, con una sola llamada a su padre, estaban fuera.
Aquella frase cayó como un jarro de agua fría. Los agentes, profesionales de alto nivel, se sintieron humillados. En lugar de apoyo, recibieron culpas y amenazas. El ambiente en el equipo se volvió tenso. La situación fue tan delicada que se trasladaron quejas internas a Zarzuela. No era la primera vez que la heredera tenía gestos difíciles. Pero esta vez las palabras fueron más allá. Por suerte, la crisis no fue a mayores.
La solución fue reforzar el equipo. Más personal y más vigilancia. En definitiva, más control. Desde entonces, no ha vuelto a filtrarse ninguna imagen comprometedora de Leonor. Solo las que Casa Real aprueba.