La princesa Leonor ha vivido una de las etapas más duras de su formación militar. Su paso por la fragata Blas de Lezo ha dejado varias señales de alarma. No solo en lo físico, también en lo disciplinario. Y eso ha generado más de un comentario dentro del entorno castrense.
La heredera al trono se embarcó como parte de su itinerario de formación en la Armada Española. Una experiencia exigente. Horarios estrictos, rutinas duras, guardias nocturnas, entrenamientos físicos... Nada se improvisa en alta mar.

Leonor no llegó en forma al Blas de Lezo
Antes de embarcar, fue sometida a una evaluación médica militar. El informe fue claro: Leonor no estaba en forma. No impedía su participación, pero sí recomendaba precauciones. A la heredera se le indicó que debía reforzar su estado físico el pasado verano, antes de llegar a Marín. Pero esa indicación no fue seguida al pie de la letra. Y tampoco hizo ningún esfuerzo antes de embarcarse en el Juan Sebastián Elcano. El resultado: llegó a bordo sin alcanzar los estándares físicos básicos exigidos a cualquier guardiamarina. Y las consecuencias no tardaron en notarse.
Durante su estancia en la fragata, Leonor no realizó las guardias nocturnas. Una obligación que sí cumplen sus compañeros. También fue apartada de varias actividades físicamente exigentes. El riesgo de colapso era real. Su resistencia no alcanzaba los mínimos operativos.
Pero los físicos no han sido los únicos problemas. También ha habido episodios de indisciplina. En los primeros días a bordo, recibió una advertencia formal por llegar tarde a una instrucción. En el ámbito militar, un segundo tarde ya es demasiado. Y ella lo fue.

La princesa Leonor no ha estado a la altura de o exigido
Poco después, protagonizó otro momento incómodo. Fue reprendida por un oficial y su reacción fue considerada inadecuada. Contestó mal. Se salió del protocolo. Fue amonestada. Las críticas parecen descolocarla, la sacan del papel que debe mantener como futura jefa suprema de las Fuerzas Armadas.
Por suerte para Leonor, la etapa en el Blas de Lezo ha concluido este 3 de julio en Gijón. Allí se ha reencontrado con el Juan Sebastián Elcano, otro de los buques donde continuará su formación. El próximo lunes volverá a embarcar. Permanecerá a bordo hasta el 13 de julio, fecha en la que llegará a Marín y pondrá fin a su paso por la Armada.