La princesa Leonor ha pasado de ser el emblema de una nueva generación monárquica a convertirse en un motivo de preocupación para la cúpula militar. Lo que comenzó como una apuesta por forjar una futura reina preparada y rigurosa, hoy se tambalea ante los escandalosos informes que circulan entre los pasillos castrenses. Este verano, lejos de relajarse de forma saludable, Leonor ha perdido por completo el control: se ha entregado a la comida basura, ha abandonado todo tipo de entrenamiento físico y, según fuentes internas, sus noches son una sucesión de fiestas que le impiden descansar adecuadamente.

Las alarmas saltaron cuando varios altos mandos militares, visiblemente inquietos, confirmaron que Leonor suspendió las últimas pruebas físicas tanto en el Ejército como en la Armada. Solo su condición de heredera le habría salvado de ser expulsada de forma fulminante. Cualquier otro cadete ya habría sido dado de baja, afirma de forma tajante un oficial con acceso directo a los informes de evaluación. Sin embargo, lejos de corregir el rumbo, la situación parece agravarse día tras día, especialmente durante sus vacaciones privadas en verano, momento en que se dedica al ocio y parece descuidar la disciplina que su posición de heredera exige.

Princesa Leonor Casa Real
Princesa Leonor Casa Real

Informes maquillados y privilegios encubiertos: ¿está Leonor realmente capacitada para reinar?

Durante su reciente estancia en la fragata Blas de Lezo, Leonor tuvo que enfrentarse a ejercicios de combate, fuego real y simulacros de guerra naval, todo ello en un entorno extremadamente exigente. Aunque el relato oficial sostiene que su desempeño fue “impecable”, las voces críticas afirman lo contrario. Detrás del supuesto “10” que figura en su expediente, se esconden suspensos ocultos y notas maquilladas que han despertado el rechazo de parte del cuerpo docente y operativo.

Algunos miembros del ejército señalan que a Leonor se le han facilitado muchas tareas y que solo se le ve en actos con presencia mediática o visitas oficiales, lo que ha alterado la rutina habitual de los demás cadetes. Esta diferencia entre la imagen que la Casa Real desea proyectar y la estricta disciplina militar está generando una tensión cada vez más evidente y difícil de sostener.

Una formación militar a medida y sin vocación: la gran mentira de Zarzuela

La decisión del rey Felipe VI de forzar a su hija a completar los tres ciclos militares —Tierra, Mar y Aire— ha sido motivo de discusión incluso dentro de la propia Casa Real. Ni Leonor ni la reina Letizia comparten esa visión, y no es ningún secreto que la monarca ha intentado suavizar la exigente formación desde el principio. No obstante, el rey ha insistido en que es “un deber institucional ineludible”, ignorando las crecientes señales de saturación de su hija.

La princesa Leonor en el Blas de Lezo / Casa Real 2
La princesa Leonor en el Blas de Lezo / Casa Real 2

A pesar de los esfuerzos por presentar a Leonor como una líder en formación, lo cierto es que su entrenamiento ha sido recortado y adaptado a su conveniencia. Mientras que un cadete promedio tarda entre cuatro y cinco años en completar su formación militar, Leonor lo hará en tres. ¿El motivo? Un programa diseñado específicamente para facilitarle el camino y proteger su imagen pública. El problema es que, con cada paso en falso, esa imagen se erosiona aún más.