La llegada de la princesa Leonor a Nueva York marcó el final de una etapa clave en su formación como futura reina. Tras casi cinco meses a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano, y luego de recorrer más de 17.000 millas náuticas y visitar ocho países (Brasil, Uruguay, Chile, República Dominicana, Panamá, Perú, Colombia y Estados Unidos), la heredera desembarcó un día antes de lo previsto, el pasado miércoles 4 de junio, y casi 5 meses desde que zarpó del Puerto de Cádiz.

Un viaje en el que ha tenido que lidiar con algunos problemas de salud relacionados con su complicada adaptación a la vida en alta mar, así como con los paparazzi que la han seguido durante toda la travesía en busca de alguna foto que les solucionara el verano, como las que salieron de su noche de fiesta en Brasil o sus paseos por la playa en Uruguay con un guardiamarina que se habría convertido en su ‘amigo especial’ en el Elcano.

Elionor a Panamà
Leonor en Panamá

Leonor, a punto de  empezar su etapa final en el ejército del mar

Ahora Leonor ha dejado atrás su etapa en el buque escuela. La princesa se ha desplazado a las Islas Canarias. Desde allí, en los próximos días, se embarcará en el Blas de Lezo, un buque de guerra que nada tiene que ver con al experiencia placentera del Elcano, que en comparación ha sido un paseo. En el Blas de Lezo, Leonor se enfrentará a condiciones extremas y exigentes, así como a simulaciones de guerra real. Tendrá que demostrar las dotes adquiridas en su periodo de formación, si es que las adquirió.

No obstante, antes de enfrentarse a este nuevo reto, Leonor quiso tomarse una última noche libre el pasado sábado antes de coger el avión que la llevó a las Canarias. Libre de obligaciones tras su desembarco, Leonor aprovechó para disfrutar de una salida informal. Se desplazó a un exclusivo local neoyorquino junto a un reducido grupo de compañeros.

Leonor
Leonor

La escolta interviene de nuevo

En un ambiente distendido, se le vio más relajada de lo habitual. Según testigos presentes, la princesa se mostró alegre, conversadora y consumiendo su bebida favorita: vodka con limón. Pero la situación fue a más.

La escena, aunque controlada, comenzó a llamar la atención de algunos curiosos y de un par de fotógrafos que se acercaron discretamente al lugar. Ante el riesgo de una imagen comprometida, la escolta real, que seguía cada movimiento con discreción, decidió intervenir. La actuación fue rápida, profesional y sin generar escándalo. Lograron retirar a Leonor sin que se captaran imágenes incómodas, protegiendo tanto su integridad como su imagen pública. Por suerte para la heredera, la escolta consiguió evitar males mayores y no se verá nada.