Los Premios Princesa de Asturias 2025 se celebraron, como cada año, en el Teatro Campoamor de Oviedo, con toda la familia real al completo. Fue una gala histórica y emotiva, pero también dejó momentos incómodos. Entre ellos, los protagonizados por la princesa Leonor y su abuela, la reina Sofía, que causó vergüenza ajena entre los presentes.
Todo parecía perfecto. Leonor, impecable en su discurso final, había hecho una pausa en su formación militar en la Academia General del Aire para acudir al acto. Su intervención fue medida, solemne y muy aplaudida. El rey Felipe VI, emocionado, destacó su madurez y su creciente papel como heredera. La reina Letizia, atenta a cada gesto, observaba orgullosa. Pero no todo era armonía.

Frialdad total entre la princesa Leonor y la reina Sofía
Las escenas entre la reina Sofía y su nieta se pudieron definir con una sola palabra: frialdad. Apenas cruzaron miradas en todo el acto. El único gesto de acercamiento se dio durante la bajada de las escaleras del hotel. Leonor y Sofía ofrecieron su brazo a la reina emérita para ayudarla. Pero no fue más que un gesto medido de cara a la galería. La emérita lo agradeció con una sonrisa leve, pero el distanciamiento era evidente. Apenas se miraron. Fue un instante incómodo, cargado de tensión.
Muchos ven en este comportamiento la sombra del distanciamiento familiar que desde hace años divide a Sofía y Letizia. La relación entre suegra y nuera nunca se ha recuperado desde aquel episodio en Palma, cuando Letizia impidió a Sofía posar con sus nietas. Desde entonces, las muestras de afecto son escasas, y las apariciones conjuntas, frías y calculadas.

No cruzaron miradas ni palabras
En Oviedo, todo volvió a repetirse. Sofía era la gran evitada durante la gala. Hubo más gestos de complicidad entre Leonor y Paloma Rocasolano. Felipe VI trata siempre de mantener la calma, pero sufre la incomodidad.
La reina Sofía, dolida, mantiene la compostura. No dice nada. Su mirada, sin embargo, habla por sí sola. Ya llegaba a la gala afectada por la salud de su hermana, Irene de Grecia, la querida tía Pecu, cuya enfermedad la tiene profundamente preocupada. Ver además la distancia con su nieta mayor es un golpe emocional más. Leonor, concentrada en su papel institucional, pasa de su abuela. En un acto pensado para mostrar unidad, orgullo y continuidad, lo que se vio fue frialdad, tensión y distancia. Una abuela ignorada.