Juan Urdangarin siempre ha sido el hijo más reservado de la infanta Cristina. De todos los nietos de la reina Sofía, él ha preferido una vida en silencio, sin fotos, sin portadas y sin ruido mediático. Nada que ver con su hermano Pablo, que se mueve en el balonmano con naturalidad, ni con Irene, que últimamente acapara titulares por su carácter más libre. Juan, desde que alcanzó la mayoría de edad, tomó la decisión de poner un océano entre su vida y la de la prensa española. Londres fue el refugio perfecto para continuar sus estudios y respirar lejos del apellido que más quebraderos de cabeza ha dado a la Corona: Urdangarin.

Juan Urdangarin en una boda
Juan Urdangarin en una boda

Su infancia no fue fácil. Vivió en primera persona el escarnio público del caso Nóos. Escuchó a desconocidos gritar “chorizo” a su padre y vio cómo su madre trataba de mantener la dignidad entre insultos y titulares. Él, en el colegio, sufrió burlas que aún arrastra. No es casualidad que continúe visitando al psicólogo, como si todavía intentara recomponer las piezas de una niñez marcada por el desprestigio familiar. Con la marcha de Iñaki a prisión, le tocó hacer de hermano mayor y casi de padre para los pequeños. Esa responsabilidad le hizo madurar demasiado rápido.

A los 18 años se marchó a Oxford, y desde entonces apenas ha vuelto a España. Allí ha creado un círculo íntimo y, según trascendió, mantiene una relación con un joven economista británico al que no tuvo reparos en llevar a un partido de balonmano de Pablo. Discreto, sí, pero sin esconderse. Una actitud serena que contrasta con la vida más caótica de su hermana Irene.

Juan e Irene Urdangarin discuten constantemente 

La convivencia entre ambos se ha convertido en un campo de minas. Irene, tras abandonar Ginebra, se trasladó a Londres para estudiar Organización de Eventos y se instaló en casa de Juan. Lo que parecía una buena idea se convirtió pronto en un problema. Él es metódico, ordenado, con rutinas marcadas. Ella, en cambio, prefiere la improvisación, las fiestas y la vida nocturna. El choque de estilos ha generado tensiones continuas.

Juan ya no aguanta más. Ha pedido a su padre que intervenga, aunque la relación entre Iñaki e Irene nunca ha sido fluida. Lo lógico sería que Cristina mediase, pero la infanta, como siempre, evita mojarse. Lo cierto es que Juan está cansado de soportar una situación que lo desestabiliza. No descarta incluso marcharse de Londres para recuperar su paz. Y conociéndole, si lanza un ultimátum, no suele hablar en vano.

EuropaPress 5649414 juan valentin irene urdangarin salida restaurante 20 diciembre 2023 madrid
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