Juan Carlos I está viviendo uno de sus años más complicados, haciendo frente a muchos de sus miedos. El emérito ya no es un hombre tan poderoso. A sus 87 años de edad hace frente a serios problemas de salud, especialmente de movilidad, que los ha arrastrado durante más de una década. Sabe que está muy débil y se empieza a plantear que su final está muy cerca. No quiere morir solo, tiene mucho miedo a la muerte, por este motivo ha ejercido presión para volver a España de forma definitiva.
El padre de Felipe VI ha sido intervenido en más de una decena de ocasiones de las rodillas y la cadera, sin mucho éxito. También se ha sometido en los últimos años a tratamientos revolucionarios basados en la medicina regenerativa, células madre y plaquetas en sangre. También sin grandes cambios. El problema es la artrosis severa que padece. Su pierna izquierda está prácticamente inmóvil. De hecho, los médicos le han recordado que deberá usar la silla de ruedas hasta el fin de sus días, algo que no quiere. Para él es una pesadilla, no quiere que le vean como una persona dependiente, totalmente derrotada.

El emérito dio un golpe sobre la mesa para cambiar su situación. Demandó a Miguel Ángel Revilla con el solo motivo de ponerse en el foco y hacer peligrar el reinado de Felipe VI como una amenaza. Solo se callaría si finalmente se le dejaba volver a España. Los médicos ya no le recomiendan ocho horas de vuelo. Madrid no, pero finalmente se le ha dejado vivir en el país vecino. Portugal, concretamente Lisboa, la zona de Cascais, acoge al emérito desde este verano. Será su nueva residencia, no volverá a Abu Dabi.
Vacaciones con Marta Gayà en el paraíso
Lleva todo el mes de julio en Portugal desde que acabaron las regatas en Sanxenxo, es la infanta Elena quien le ha ayudado a buscar casa acorde a sus necesidades y a hacer la mudanza. Después de instalarse, el emérito quiere descansar unos días, y ha elegido el lugar para ricos al que acude todos los veranos. La isla paradisiaca de las Seychelles. Allí no va solo. Le acompaña como todos los años su querida amiga y pareja Marta Gayà, la única mujer que se ha mantenido fiel a él y nunca le ha traicionado por dinero.
Los dos se alojan en una villa en medio del océano donde nadie les puede molestar. Total discreción e intimidad. En estos momentos Juan Carlos I ya solo pide tranquilidad y compañía.
