Cada vez que Felipe VI y la reina Letizia salen de España para una visita oficial, no solo viajan con trajes impecables y agendas repletas de actos diplomáticos. En sus maletas también hay artículos que sorprenden a cualquiera: ropa de luto y bolsas de sangre compatibles con sus tipos sanguíneos. Puede parecer una exageración, pero todo forma parte de un protocolo meticuloso que busca cubrir cualquier situación, incluso aquellas que parecen imposibles.
La inclusión de sangre en sus desplazamientos no es un capricho, sino una medida de prevención médica. Si algo sucediera durante el viaje y fuera necesaria una transfusión urgente, el material ya está listo y a mano. Lo mismo ocurre con la ropa negra: siempre hay un traje de luto y un vestido preparado en el equipaje real. El objetivo es que, si en medio de un viaje se produce el fallecimiento de una figura relevante o un acontecimiento trágico, los reyes puedan aparecer en público vestidos de acuerdo a las circunstancias, sin importar en qué parte del mundo se encuentren.
Un protocolo pensado para todo escenario
Las medidas no terminan ahí. En cada desplazamiento, una ambulancia acompaña la comitiva real, lista para intervenir de inmediato en caso de accidente. También viaja con ellos un equipo médico, que permanece disponible en todo momento, y en cada destino hay una habitación de hospital reservada “por si acaso”. Incluso los hoteles siguen reglas estrictas: se aseguran plantas enteras para garantizar seguridad y privacidad, de forma que los reyes puedan moverse sin interrupciones ni riesgos.

El protocolo también cuida los detalles más pequeños. Desde bebidas específicas hasta preferencias personales, todo está anotado y previsto. Se trata de asegurar que, en medio de la formalidad de los actos oficiales, los reyes tengan a su alcance lo que necesitan para mantener el ritmo de una agenda intensa, que a veces incluye varios eventos en un mismo día y en ciudades diferentes.
Lejos de ser solo un equipaje peculiar, estas medidas reflejan la magnitud del papel de Felipe VI y Letizia como representantes del país. Viajar, para ellos, es una operación compleja que combina seguridad, previsión y responsabilidad institucional. Por eso, entre vestidos de gala y trajes de etiqueta, siempre hay espacio para la ropa de luto y las bolsas de sangre: recordatorios de que, en la realeza, la precaución nunca sobra y cada detalle cuenta.