Juan Carlos I se ha dado cuenta de que ya no es aquella persona todopoderosa, y no precisamente porque ya no forme parte del organigrama de Casa Real, sino por su edad. Si hay algo que nunca ha podido comprar es la muerte. Aunque ha gozado de inviolabilidad y muchos privilegios, el emérito acabará en el mismo sitio que todos los demás. Se ve cada vez más mayor, son 87 años los que cumplió el pasado mes de enero, y sabe que su final está cada vez más cerca, por sus problemas de salud y por su avanzada edad.

El marido de la reina Sofía ejerce presión para poder volver a España o por lo menos a un lugar más cercano. No quiere morirse y que su cuerpo sea repatriado, o quedarse solo siendo una persona totalmente dependiente. Sería una gran humillación pública. Juan Carlos I preocupa mucho a sus hijas, las infantas Elena y Cristina son quienes más le visitan y están al corriente de la gravedad de su estado de salud.
Hace una década que el emérito tiene serios problemas de movilidad. Padece una artrosis severa que hace que su pierna izquierda esté totalmente inmóvil. En sus últimas apariciones se le ha visto muy delicado, demasiado torpe, pero como es muy testarudo se niega a que se le vea en silla de ruedas. Los médicos le han dicho que llegará un momento en el que no pueda andar. Será una persona totalmente dependiente, su peor pesadilla.
Juan Carlos I intenta retrasar el momento de ir en una silla de ruedas
Tal y como se ha sabido recientemente, Juan Carlos I recibe medicación intravenosa para mantenerse en pie cada vez que visita España. Lo primero que hace es ir a sus médicos de confianza. Ellos se encargan de calmarle ese dolor tan persistente. Es un remedio para unos días, solo mientras está en España. No es un remedio indefinido, al final el desenlace siempre es el mismo.
También se sometió a tratamientos basados en la medicina regenerativa con células madre en Suiza, pero no ha funcionado como esperaba. Tampoco las más de diez operaciones que se ha realizado entre la cadera y las rodillas.
La salud del emérito es cada vez peor, por ello Felipe VI habría dado luz verde a que su padre se instale finalmente en Portugal y abandone de forma permanente Abu Dabi. Así estará a tan solo unos minutos en coche de la frontera con España y a tan solo una hora en avión a Madrid.
