Cambio de aires para Juan Carlos I. Hace cinco años que vive en el exilio en los Emiratos Árabes, y debido a su edad y a la situación que se vive en algunos países, Casa Real por fin ha cumplido los deseos del emérito con la mayor discreción posible. Finalmente, el marido de la reina Sofía se ha instalado en Portugal, un país mucho más cercano a España. Ahora vive a una hora en avión de Madrid y a una hora en coche de la frontera. Está mejor comunicado, llega a cualquier punto con viajes más cortos, mejor para su salud. Los médicos ya le recomendaron hace tiempo que era demasiado mayor para realizar viajes tan largos.

Felipe VI no estaba dispuesto a ceder ante las presiones de Juan Carlos I. El emérito nunca ha querido hacer daño al reinado de su hijo, no obstante, en más de una ocasión se ha atrevido a desafiarle e ir contra sus normas. De hecho, como no conseguía su propósito de mudarse a Portugal o a alguna ciudad española, el marido de la reina Sofía decidió demandar a Miguel Ángel Revilla por vulnerar su honor en su último libro como una prueba de enfrentamiento. Quería demostrarle a su hijo que aún tenía mucho poder y podía acabar con su reinado y el futuro de Leonor si quisiese.
Por ahora, debido a su estado de salud, es muy probable que Juan Carlos I no vuelva nunca más a Abu Dabi. Se quedará de forma indefinida en Lisboa, concretamente en la zona de Cascais, ya que a Madrid es imposible. Felipe VI le tiene prohibido vivir en la capital y mucho menos en Zarzuela donde ya es una persona ‘non grata’.
Entre Portugal y Sanxenxo, la nueva vida del emérito
No es la única casa para Juan Carlos I. El exmonarca tiene grandes amigos que siempre están dispuestos a echarle una mano. Por ejemplo, casi una vez al mes, el padre de Felipe VI cruza la frontera para visitar Sanxenxo, una tierra que siempre le acoge con los brazos abiertos. El emérito tiene un buen amigo allí. Se trata de Pedro Campos, quien en todas sus visitas siempre le presta su casa para que viva con seguridad y privacidad los días que quiera.
Esta semana ha vivido todos los días en casa de Pedro Campos, también sus escoltas y la infanta Elena. Su compañero de regatas no ha aceptado ni un solo euro por la visita de su amigo. Juan Carlos I siempre quiere pagarle un alquiler por las molestias, pero él nunca acepta. Volverá otra vez entre octubre y noviembre para participar en las regatas si su cuerpo se lo permite.
