A medida que los años avanzan, la inevitable llegada de la vejez se hace más evidente en la vida de Juan Carlos I. Él, que en su juventud fue símbolo de encanto y liderazgo, hoy enfrenta una realidad marcada por múltiples intervenciones quirúrgicas y una condición de salud que, aunque oculta en parte, le afecta profundamente.
Se sabe que ha pasado por operaciones de cadera, rodilla y corazón, y que actualmente padece artrosis degenerativa, una enfermedad crónica que le debilita cada día más y que, en condiciones normales, le impediría caminar con normalidad. Sin embargo, Juan Carlos I, con una voluntad de hierro, se esfuerza por mantenerse activo. A pesar de las dificultades, sigue caminando, realiza terapias y busca en la medicina moderna las opciones ideales para mejorar su calidad de vida. Desde Abu Dabi, donde reside en el exilio, cuenta con un equipo de médicos que le asesora y con quien realiza tratamientos, en un intento por retrasar los efectos del paso del tiempo.

Más allá de su fortaleza física y mental, la realidad de su salud le recuerda que en algún momento tendrá que partir. Y, aunque no le gusta pensar en ello, aceptó que su despedida será un acto que marcará un capítulo importante en la historia de la monarquía española.
Juan Carlos I, firme con las condiciones de su entierro y de su funeral
El rey emérito contempla con cierta nostalgia cómo su legado será recordado. En sus pensamientos, la comparación con la despedida de la reina Isabel II resuena con fuerza: un funeral solemne, lleno de respeto, que refleje la dignidad de una figura que dejó huella en la historia. No obstante, en su caso, se prevé que su ceremonia sea más sobria, dada la complejidad de su situación actual.
Los últimos años no han sido fáciles para él. La salida de la vida pública, las investigaciones por temas fiscales y negocios opacos, y su exilio a los Emiratos Árabes, marcan un distanciamiento con la familia real. Sin embargo, se asegura que en su marcha no faltarán los honores militares y los respetos que corresponden a su cargo, aunque ya no ostente oficialmente la corona.
Uno de los temas más inquietantes para el ‘royal’ es el lugar donde descansarán sus restos. La situación no es sencilla: el Monasterio de El Escorial ya está completo. El hecho de que pueda ser ubicado allí cuando fallezca se ha vuelto prácticamente inviable.
Marina Fernández, experta en protocolo de la Escuela Internacional de Protocolo, explicó a El Español que se barajan varias alternativas. La primera opción sería la Catedral de La Almudena, en Madrid, un lugar emblemático y cercano a la monarquía moderna. Otra posibilidad sería habilitar un espacio en La Zarzuela, aunque esta opción genera cierta controversia.
Juan Carlos I, que en su día fue un rey encantador y carismático, hoy busca cerrar su ciclo con dignidad y respeto, en un lugar que respete su legado y sus deseos. Mientras tanto, la incertidumbre sobre su destino final continúa siendo un tema de debate en los círculos políticos y familiares.