El rey Juan Carlos ha dicho que ya basta. No solo no entiende por qué su hijo le dio la patada y lo envió lejos de España, a kilómetros y kilómetros, para que no molestara en el retiro dorado de Abu Davi, sino que, además, sigue insistiendo en que él es un santo varón, que no ha roto nunca un plato, que no se merece este tipo de exilio. Aunque es más de cara a la galería que otra cosa. Un paripé de chichinabo, porque a pesar de los escándalos que rodean a su persona, el tipo va siempre que le sale del moño a Sanxenxo, de regatas, a casa de sus amigotes y a meterse hasta arriba de marisco.

Juan Carlos I en Sanxenxo / GTRES
Juan Carlos en Sanxenxo / GTRES

El Borbón ahora se ha hecho el ofendido y ha empezado a poner demandas a tutiplén. El intento de conciliación con el ex presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha sido un fracaso, y Juan Carlos le ha acabado demandando. El emérito está harto de ser, según él, la diana de los golpes, el pim, pam, pum, la excusa de Felipe y compañía para atribuirle todos los males de la monarquía. Pero ha dicho que ya está hasta el gorro y ha empezado a extender un mensaje a su círculo íntimo más próximo, al cual ha accedido Monarquía Confidencial. Un mensaje rotundo, enojado y dispuesto a dar guerra. Concretamente, sus palabras habrían sido, siempre según el citado medio: “He callado mucho, por el bien de la institución y de España, pero hay cosas que no tolero más. Mi vida la gestiono yo”.

joan carles enfadado
Juan Carlos

Juan Carlos, contundente. Unas palabras pronunciadas en la intimidad, pero que reflejan el malestar que siente el emérito ante determinadas decisiones institucionales y por el tratamiento que ha recibido por parte de los medios... Todavía tiene la poca vergüenza de quejarse... Lamenta que las últimas veces que ha vuelto por alguna regata, fiesta o celebración, lo ha hecho "rodeado de polémica, de restricciones y de declaraciones políticas que, según estas fuentes, han contribuido a que el emérito tenga una sensación de injusticia personal y de desvinculación creciente del núcleo institucional". Según estas fuentes, el padre de Felipe insiste en que "ha asumido silencios difíciles, y que se ha mantenido en un segundo plano por responsabilidad, evitando declaraciones públicas o movimientos que pudieran perjudicar la imagen de la Corona. Pero esa situación estaría llegando al límite de su paciencia"... No, si todavía le tendremos que dar las gracias...

Juan Carlos y Felipe
Juan Carlos y Felipe

Y una frase lapidaria para acabar de dejar claro que piensa hacer como el escorpión en la fábula aquella con la rana: 'Mi vida la gestiono yo', resume el emérito, a propósito del cambio de tono en algunas de sus decisiones y comportamientos últimos". Unas palabras con las cuales Juan Carlos parece querer "recuperar el control’ y, por tanto, marcar límites ante lo que considera excesos o desconsideraciones hacia su figura. Su círculo más próximo sostiene que no busca confrontación, pero sí reivindicar su espacio y su historia, después de lo que considera años de discreción"... Juan Carlos, prometiendo dar guerra y sacando las garras... La cuestión es si su hijo Felipe tomará nota o seguirá pasando olímpicamente de él.