No es ningún secreto que Juan Carlos I tiene fama de mujeriego. El emérito se casó con Sofía sin estar enamorado, ella tampoco. La emérita bebía los vientos por Harald de Noruega, un gran amigo, pero nunca fue correspondida, para él solo era una amiga. El padre de Felipe VI estaba enamorado de Olghina, pero Juan de Borbón le obligó a casarse con Sofía. Tal vez por ello, Juan Carlos I mantenía relaciones extramatrimoniales con otras mujeres. Hace décadas que los eméritos no mantienen relaciones íntimas. Solo mantenían las formas en los actos institucionales. En Zarzuela dormían en habitaciones separadas. Solo se acostaron hasta que nació Felipe, en busca del varón que heredase el trono en el futuro.

Mientras a Sofía no se le ha conocido ningún amante, Juan Carlos I ha ocupado toda una lista de nombres. Las más destacables son Corinna Larsen y Bárbara Rey, pero ni mucho menos las únicas. Cuando descubrió la primera infidelidad, la emérita cogió a sus hijos y se fue hasta la India, donde se encontraba Federica en el exilio. Sin embargo, su madre le obligó a volver a Madrid. Sería una vergüenza para la corona española un divorcio entre reyes. Así que no le quedó más remedio que bajar la cabeza. Su mayor humillación.

Juan Carlos I visita España efe
Juan Carlos I visita España efe

Más de mil quinientas amantes: un amor en cada puerto 

Un confidente del rey aseguró que al emérito le perdían las mujeres. La primera amante fue la condesa Olghina de Robilant, una desinhibida italiana con la que tuvo cuatro años de relaciones discontinuas hasta días antes de casarse con Sofía. La primera vez que tuvieron sexo fue un fin de año en Cascaes (Portugal) en el asiento trasero del Volkswagen amarillo de don Juanito. Él tenía 18 años, “pero era muy cálido, sabio, ardiente… sabía perfectamente cómo hacer el amor… se notaba su experiencia, que había tenido ya muchas amantes”.

Corinna Larsen y Juan Carlos I
Corinna Larsen y Juan Carlos I

Su novia oficial de aquella época era María Gabriela de Saboya, pero tampoco le era fiel. Estuvo con chicas de la sociedad portuguesa y modelos brasileñas.

Pilar Eyre confirma que tuvo un total de mil quinientas amantes, como le confiesa un confidente. “Un amor en cada puerto”, añadía, riéndose. Cada cinco años renovaba las que él consideraba fijas. Mientras que las eventuales las olvidaba al día. Desvela que en cada ciudad española mantenía una relación estable. Así en cada visita se aprovechaba que tenía a alguien cerca. Con alguna de ellas, como la de Sevilla, se asegura que tuvieron una hija. Lo mismo que con una condesa en Madrid. En la capital madrileña, donde pasaba la mayoría de los días era donde más contactos guardaba.

Tenía un álbum de ‘madames’ repleto modelos, actrices, presentadoras y señoritas.