Juan Carlos I mantiene buena relación con los reyes de otras monarquías. Hace unos meses estuvo presente en el funeral de la reina Isabel II. No solo por edad, con la madre de Carlos III tenía una gran conexión. Le dolió mucho su despedida. Ahora se da paso a otra generación y él no es quien tiene que lidiar con Carlos III ni con su mujer, Camila Parker, y menos mal. El padre de Felipe no tiene buena relación con ambos. Tal y como explicó Pilar Eyre, se produjo un tenso encuentro y un desplante.

Según la periodista, la Casa Real británica no puede ver al rey emérito. "Le hicieron el vacío. Lo ningunearon”, explica Eyre. Este desencuentro tuvo lugar el pasado mes de septiembre, un día antes de la celebración del funeral de la reina Isabel II. En la Casa Real británica se produjo la recepción de los ‘Royals’. Entre críticas de la prensa del Reino Unido por su asistencia, Juan Carlos "se había empeñado en asistir al funeral de su parienta lejanísima”.

Juan Carlos I
Juan Carlos I

"El deshonrado rey desafía a su gobierno y a su hijo" o "¡Los pelos de punta ante esta invitación!”, eran algunos de los titulares más sorprendentes de los medios ingleses. Sin embargo, y pese a que una monarquía "que se aguanta de forma precaria" en España, Juan Carlos tenía la intención de "romper el cordón sanitario que se ha establecido a su alrededor desde que se hicieron públicas las tropelías que ha cometido", pero Eyre ha asegurado que "la jugada no le salió como esperaba”.

Tras la negativa de Carlos III, Juan Carlos lo intentó con Camila Parker 

Juan Carlos I tenía intenciones de mantener una conversación privada con Carlos III. Tal vez, para pedirle su ayuda en su batalla contra Corinna Larsen en los tribunales ingleses y así poder recuperar su imagen en España. Cuando vio al rey se acercó, pero éste se apartó, así que no le quedó más remedio que acercarse a Camila Parker. El marido de Sofía intentó darle dos besos en la mejilla, pero ésta se apartó poniéndole sus manos en su pecho.

Juan Carlos I efe
Juan Carlos I efe

Pilar Eyre revela, según sus fuentes presenciales, que este se "iba poniendo más y más nervioso" y "optó por colocarse en una especie de pequeña cola que se había formado para saludar a Carlos", lo que al final hizo que consiguiera "retenerlo estrechándole la mano", aunque la "incomodidad" de él era palpable, además de su "intención de no concederle ni un minuto de atención". El rey británico dejó a Juan Carlos con la palabra en la boca, aprovechó la llegada de otro invitado. El padre de Felipe VI se dio cuenta de que nadie le iba ayudar.