Juan Carlos de Borbón ha vuelto a sus escondites repartidos por el globo terráqueo, convertido en un nómada ultramillonario que va de aquí para allá como un espectáculo de circo ambulante. Entre Abu Dabi y Ginebra hay muchísimos destinos donde hace parada, fonda, ITV y vete a saber qué: Sanxenxo, Londres, Baréin, Madrid, Vitoria-Gasteiz, Zaragoza... Es un campeón del CO₂, majestad. No puede y no quiere estarse quieto una temporada, quiere quemar los cartuchos que le quedan exhibiéndose como un pavo real, también cobrándose la venganza de su exilio. El emérito es un desafío hecho carne. Y dará guerra hasta el último día, incluso después del desenlace final: está muy preocupado por los fastos de su entierro y funeral. Quiere que estén a la altura de la consideración que tiene de él mismo. Pero no las tiene todas consigo, claro. Demasiada porquería bajo la alfombra, en el dormitorio y en la cuenta corriente. Tiene los pies llenos de barro.
Si su imagen está tocadita en el ámbito estatal, la proyección internacional no es mucho mejor. Y acabamos de encontrar un ejemplo realmente singular en un medio internacional europeo, entre la letra pequeña. Una cuestión como la consulta de un lector del escandinavo 'Billed Bladet', especializado en las coronas danesas, noruegas y suecas, en referencia a Federico X. El nuevo y polémico rey de Dinamarca, primo por parte de madre de Felipe VI, preocupa. Ya se ha anunciado que prepara su muerte, o incluso su abdicación, y como afectará eso a Mary Donaldson, a la reina humillada por Genoveva Casanova y comprada por Margarita II. El lector va por este camino, qué pasará si se produce una nueva abdicación, como la de Margarita II. Un panorama complicado.
Dinamarca tiene, actualmente, dos reinas. Mary como consorte, y Margarita como regente. Ha asumido en varias ocasiones el timonel por ausencia de los nuevos reyes, de vacaciones perpetuas en la estación de esquí de Verbier. La duplicidad de títulos es una anomalía, pero no es la primera vez que pasa en su historia, incluso en la relativamente reciente. Ahora bien, si el rey hiciera lo mismo, se producirían situaciones inéditas. "Si Federico X opta por abdicar y dejar el trono a su hijo mayor, que probablemente tomará el nombre real Christian XI, será una situación sin precedentes para la cual la familia real y la corte tendrían que encontrar una solución". Una que parece pasar por España, cosa habitual en Dinamarca: "El rey Juan Carlos abdicó en 2014, y conservó su título real y el predicado Su Majestad. Estoy seguro de que se escogería la misma solución para el abdicado Federico X. Pero espero que eso no pase". El último apunte es el que nos importa. Que no pase.
El final es cáustico: "Si se acostumbra a que los monarcas daneses renuncien al trono, a mi entender, perjudicará a toda la idea de la monarquía hereditaria. También podrá poner fuera de control el apoyo popular a la monarquía como forma de gobierno". Hablamos de sus asuntos internos, sí, pero es perfectamente extrapolable al caso del Borbón. Por eso, con Juan Carlos, mejor de lejos. Como una figura de museo, pero sin contacto. Que bastantes problemas tienen ya.
