Juan Carlos I, antes conocido como el campechano, ahora con un adjetivo mucho más apropiado, el fugado, ya ha hecho las maletas. Cuando se hizo pública la carta que le escribió a su hijo anunciándole que se marchaba un tiempo de España, el emérito ya estaba fuera del país.

Joan Carles Felip VI TVE

Joan Carles i Felip (TVE)

Eso es lo que asegura el diario ABC. Según indican, el padre de Felipe se marchó con la cola entre las piernas este fin de semana antes de que estallara la tormenta por su renuncia a continuar a España y que le silbaran las orejas por todas partes. Dice el medio que Juan Carlos viajó este fin de semana a Sanxenxo (Pontevedra), y que desde allí se fue en la ciudad portuguesa de Oporto, donde cogió un avión para volar al aeropuerto de Santo Domingo en la República Dominicana donde lo acogería su buen amigo, el empresario Pepe Fanjul. Un destino bien diferente de lo que dijeron enEl Chiringuito, donde hablan de fútbol y de monarquía, por lo que se ve, y donde Edu Aguirre explicó que había puesto rumbo hacia el este y no hacia la otra parte del Atlántico:

Mientras tanto, El español indica que sólo cinco personas saben dónde ha ido Juan Carlos: su hijo Felipe, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el exjefe del CNI Félix Sanz Roldán, su abogado Javier Sánchez Junco y el jefe de la Casa de su Majestad, Jaime Alfonsín. Dicen que Sofía no tenía ni idea de donde para y que se enteró este lunes de que se marchaba. Una imagen grotesca de la emérita hasta el último momento. También revelan los planes del fugado según ha explicado un íntimo de Juan Carlos: "El rey Juan Carlos ha considerado, a pesar de que sin duda ha sido la decisión más dolorosa de su vida, que para quitar presión a su hijo y, sobre todo, para evitar más controversias, trasladarse, de momento fuera de España. No habla de abandonar el país para siempre, ni niega la posibilidad de volver en cuanto se diriman los diferentes frentes judiciales que le afectan, directa o indirectamente. La palabra exilo es un término tabú y tanto el rey Juan Carlos, como la Zarzuela evitan pronunciarlo en cualquier momento. La esperanza del Juan Carlos es que, una vez que se calmen las aguas, poder recuperar su dignidad y salvar su legado".