El paso por la universidad no está siendo nada fácil para Irene Urdangarin. La hija menor de la infanta Cristina y de Iñaki Urdangarin atraviesa uno de sus momentos más complicados a nivel personal y académico. Tras años de inestabilidad marcados por la separación de sus padres, su intento por encontrar un rumbo firme ha resultado, por ahora, un rotundo fracaso.
Todo comenzó en los últimos años de bachillerato, donde ya mostró signos de desmotivación y bajo rendimiento. Sus notas fueron muy justas, al punto de poner en duda si lograría graduarse. Solo la presión de su madre y un esfuerzo final de Irene permitieron que terminara el curso.
Irene Urdangarin, tres años dando tumbos en los estudios
Aun con esa trayectoria irregular, la joven aspiraba a ingresar en uno de los centros más exigentes de Europa: la École hôtelière de Lausanne, una escuela suiza especializada en alta dirección hotelera. El centro exige no solo excelencia académica, sino también una actitud comprometida, experiencia previa en el sector y una formación práctica intensa. Todo ello acompañado de un coste cercano a los 85.000 euros por cuatro años.

Irene no logró superar el proceso de admisión. Falló las pruebas y no cumplió con las prácticas requeridas. Para cumplir ese requisito, recurrió a una gestión de última hora a través de sus padres, consiguiendo unas breves prácticas en un hotel. Sin embargo, según fuentes próximas, su rendimiento fue insuficiente y su actitud, poco profesional.
Tras ese revés, optó por posponer sus estudios durante un año. Aprovechó para viajar a Camboya, en una experiencia que en teoría tenía fines solidarios, pero que según quienes la conocen, fue más bien una aventura superficial. Lejos de ser un viaje transformador, se trató de una estancia breve.
El cambio de aires no le va mejor a Irene Urdangarin
En 2024, Irene quiso volver a empezar. Esta vez, en Inglaterra, donde se matriculó en un curso de Organización de Eventos en un centro privado de Oxford. Parecía el momento ideal para encarrilar su formación. Pero la realidad fue otra.

En pocos meses, se convirtió en una figura más destacada por su presencia constante en fiestas que por su implicación en las aulas. Varios vídeos que circulan por redes sociales muestran a la joven de fiesta en Londres, visiblemente despreocupada, gritando frases como “This is London, baby!” en tono burlón.
Sus ausencias a clase, la falta de rendimiento y el bajo nivel en los exámenes han provocado un desenlace previsible: no ha superado por completo el primer curso. Sus calificaciones han sido muy malas, con algunos suspensos en asignaturas clave.
Afortunadamente para ella, el centro en el que estudia es privado. Mientras pague, puede continuar. No hay expulsiones, solo advertencias. Pero el resultado hasta ahora es claro: fracaso académico y decepción familiar.