En el corazón de Zarzuela, entre paredes discretas y recuerdos familiares, vive Irene de Grecia. Todos la conocen como la tía Pecu. Hermana inseparable de la reina Sofía, es una figura querida por algunos y casi desconocida para otros. Para las nietas de su hermana, Leonor y la infanta Sofía, apenas ha sido una presencia en sus vidas. Y ese distanciamiento, que no es solo personal, puede tener consecuencias patrimoniales. Y es que las disposiciones actuales de Irene excluyen a las hijas de Felipe VI de su herencia.
Irene de Grecia atraviesa un estado de salud muy delicado. La Casa Real no ha confirmado, pero varias fuentes y medios hablan de Alzhéimer avanzado. Los expertos no le estarían dando más de un año de vida. Y en este contexto, ya se ha empezado a hablar en Zarzuela de asuntos que tienen que ver con su funeral o su testamento.

La suculenta herencia de Irene de Grecia
En este sentido, la fortuna de la tía Pecu no está formada solo por dinero. Su verdadero tesoro son las joyas que, a lo largo de los años, han pasado de generación en generación. Piezas con diamantes, perlas, turquesas y piedras preciosas únicas. Reliquias que llevan en sus formas la historia de la realeza griega y española.
Muchas de estas joyas llegaron a sus manos tras el fallecimiento de la reina Federica. Entonces, el reparto fue claro: Constantino, Sofía e Irene recibieron lotes distintos. Algunas piezas fueron muy conocidas, como la diadema de esmeraldas, la kedive de Egipto o la tiara de diamantes y rubíes en forma de ramas de olivo.
Irene heredó piezas menos mediáticas, pero no menos valiosas: broches familiares, un colgante rosado en forma de pera, brazaletes con esmeraldas y zafiros. Y sobre todo, una joya que eclipsa a las demás: la tiara de catorce semicírculos de diamantes, que perteneció a su abuela Sofía de Grecia. Una pieza histórica, lucida en ocasiones por la propia reina Sofía en su juventud y considerada un símbolo de linaje.

Leonor y Sofía no figuran como herederas de la tía Pecu
Se ha hablado de que Leonor podría recibir parte de las joyas de su abuela Sofía cuando esta falte. Pero con las de Irene, la historia es diferente. La relación entre la tía Pecu y sus sobrinas-nietas es mínima. A pesar de residir en el mismo complejo, los encuentros han sido escasos.
En cambio, Irene ha mantenido un vínculo profundo con sus sobrinos Felipe, Cristina y Elena. Con ellos convivió, viajó y compartió confidencias. Fue, para muchos, como una segunda madre. Esa cercanía ha influido en la orientación de su testamento: sus bienes y joyas irían destinados a su hermana Sofía o a esos sobrinos con los que tiene lazos sólidos.