Todo parecía estar bajo control en Marivent. La tradicional recepción de verano de los reyes reunió este año a Felipe VI, Letizia, Leonor, la infanta Sofía y también a la reina emérita Sofía. La presencia de esta última, sin embargo, sorprendió a muchos. Porque, en realidad, no pensaba acudir.
El motivo era grave. Su hermana, Irene de Grecia, está pasando por un momento muy delicado de salud. Sofía quería quedarse en Madrid para cuidarla personalmente. Pero, finalmente, accedió a viajar a Mallorca a petición de su hijo, el rey Felipe VI. Lo hizo por sentido del deber. Porque cree que debe estar al servicio de la institución. Sobre todo, cuando es su hijo quien lo solicita.

Irene de Grecia, constantemente acompañada durante la estancia de Sofía en Mallorca
Pero Irene no quedó sola de la mano de Dios. La acompaña un equipo sanitario las 24 horas del día. Recibe controles constantes. Se vigilan todos los síntomas. Todo está orientado a evitar cualquier imprevisto. Y sobre todo, a calmar la angustia de Sofía, que aunque está en Mallorca, tiene la mente puesta en Madrid.
No solo eso. Según ha deslizado la periodista Pilar Eyre, las infantas Elena y Cristina habrían estado en Madrid, interrumpiendo sus vacaciones, para estar con al lado de su tía. Y también para apoyar a su madre. Porque saben lo importante que es Irene para Sofía.
Elena y Cristina, entregadas a la causa
Ni Elena ni Cristina querían que su madre se desplazara. Consideraban que debía quedarse en la capital, tanto para estar cerca de su hermana como para cuidar de su propia salud. Pero ante la decisión de viajar, las infantas no han dejado tirada a su madre. No es la primera vez que ambas hijas del rey emérito actúan con rapidez ante una crisis familiar. Han demostrado, más allá de los escándalos o diferencias con la institución, que cuando su madre las necesita, están presentes. Lo esencial, para ellas, es el vínculo familiar.

En este sentido, al margen de lo que ha deslizado Eyre, las infantas han estado muy pendientes de Sofía desde siempre, pero la atención se ha reforzado en los últimos meses. La emérita muestra claros signos de desgaste, cansancio y tristeza, debido a factores como sus problemas físicos por el paso del tiempo o por la preocupación por su hermana. Incluso han pasado días instaladas en Zarzuela cuando la han visto en sus momentos más bajos.