La tensión en el seno de la familia Borbón ha alcanzado un nuevo punto crítico. Desde hace más de seis semanas, las infantas Elena y Cristina no se hablan. El motivo del distanciamiento tiene nombre propio: Juan Carlos I. El rey emérito ha vuelto al centro de la controversia tras interponer dos demandas judiciales que han desatado un cisma interno entre sus hijas.
A principios de abril, Juan Carlos presentó una querella contra Miguel Ángel Revilla, expresidente de Cantabria, por unas declaraciones en las que lo calificó de “delincuente”. Aquellas palabras, repetidas en entrevistas y tertulias durante los últimos años, hirieron el orgullo del exmonarca, quien decidió dar un paso que nunca antes se había visto en la historia de una monarquía europea: demandar a un ciudadano. Para ello, contrató a la abogada Guadalupe Sánchez y exigió una indemnización de 50.000 euros, alegando daños a su honor personal.

Discrepancias entre las infantas Elena y Cristina ante las demandas de Juan Carlos I
Pero esa no fue la única acción. Pocos días después, su equipo jurídico comenzó a preparar otra demanda por vulneración del honor, esta vez contra Corinna Larsen, su antigua pareja y figura clave en muchos de los escándalos que han salpicado su legado. Dos movimientos legales que han generado malestar en todos los sectores de la Casa Real, pero especialmente entre sus dos hijas.
Según fuentes cercanas a la familia, la infanta Elena fue quien alentó activamente a su padre a llevar a cabo la demanda contra Revilla. Profundamente indignada por los insultos vertidos contra Juan Carlos, habría presionado para que el rey emérito se defendiera públicamente. De paso, llamaría la atención de su hijo Felipe VI. Juan Carlos y Elena saben que al rey no le gustan nada este tipo de acciones que ponen en el foco a la monarquía española, y menos viniendo de una figura tan polémica como la de Juan Carlos I. Y esperan que Felipe se canse, tome la palabra y acceda a su padre que vuelva a España a cambio de retirar las demandas.

Elena lo apoya, Cristina no
Por el contrario, la infanta Cristina se ha mostrado abiertamente en contra de estos pasos. Considera que los problemas entre padre e hijo deben resolverse en el ámbito privado, sin recurrir a gestos que puedan alimentar nuevas crisis mediáticas. Para Cristina, la obligación de Felipe pasa por velar por la corona, aunque ello implique daños colaterales como la ruptura con su padre.
Este desacuerdo entre ambas hermanas ha desembocado en un silencio absoluto. Durante más de un mes y medio, apenas se han cruzado una palabra, ni siquiera en las reuniones familiares a través de mensajes o llamadas.