La infanta Elena se reencontrará de nuevo este fin de semana con Juan Carlos I en Sanxenxo. Desde el pasado viernes, el emérito ya estaba en tierras gallegas en casa de su amigo Pedro Campos. Felipe VI envió a su hermana a todos los encuentros con su progenitor para que estuviese vigilado, primero por su salud, pero también para que no se pusiese en ningún foco mediático. Esta semana ya ha estado en boca de todos por el acto de conciliación que se celebró en Santander con Miguel Ángel Revilla. El emérito no se presentó en los juzgados como era de esperar a pesar de estar tan cerca. Según él porque “en Sanxenxo hace muy buen tiempo”.

Juan Carlos I ha reaparecido y se le ha visto mucho más delgado y deteriorada. Los años pasan para todos y también para el emérito. Él es consciente por primera vez de su avanzada edad, y según su entorno está muy preocupado por el día de su muerte. Se creía invencible, pero por ahora la muerte nadie la puede comprar. No solo está preocupado por sus fuertes dolores, sino por acabar solo, es su mayor miedo. Por eso está llamando la atención con la demanda a Miguel Ángel Revilla, es un acto para desafiar a su hijo y a la corona para que le deje volver de forma permanente a España.
Hace un par de meses Juan Carlos I ingresó en el hospital La Tour de Ginebra para cambiarse las pilas del marcapasos, una intervención que no requiere de anestesia general y en menos de una hora se puede abandonar el hospital, pero en su caso se prefirió que se quedase 24 horas en observación porque así también le realizaban unas pruebas por su movilidad.
La peor pesadilla de Juan Carlos I se cumple por sus problemas de movilidad
Juan Carlos I siempre ha arrastrado fuertes problemas de movilidad. Se ha operado más de una decena de veces de la cadera y las rodillas, sin mucho éxito. A día de hoy camina con bastón y en compañía de varios escoltas. Se ha sometido a tratamientos basados en la medicina regenerativa, pero debido a su avanzada artrosis ya no surten un gran efecto. Los médicos le han comunicado que se quedará en una silla de ruedas, y ese es su dolor más grande, no quiere que nadie le vea así.
Este tema le está haciendo perder la cabeza, también se cree que podría padecer demencia senil. La infanta Elena es quien más al corriente está del estado de salud de su progenitor y comunica los últimos resultados a sus dos hermanos. Felipe VI está más preocupado porque debe tomar una decisión y tiene demasiada presión. No quiere que ponga un pie en España, pero tampoco puede dejar que muera a miles de kilómetros.
