Lo que comenzó como una relación con prespectivas de futuro entre Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia se ha convertido, dos años después, en una fuente creciente de tensión familiar. Y no precisamente por desavenencias entre ellos, sino por un obstáculo que se ha vuelto insalvable: la desaprobación de los hijos de Iñaki y, más recientemente, la preocupación creciente de los padres de Ainhoa.
Después de que su historia de amor se hizo pública, el tiempo demostró que la pareja estaba decidida a apostar por su futuro juntos. Lo que no imaginaron es que, lejos de normalizarse, la situación se complicaría cada vez más, especialmente por el rechazo persistente de los hijos de Iñaki con la infanta Cristina. Especialmente de dos de ellos: Irene y Miguel.
Ainhoa Armentia se cansa de ser una actriz secundaria en la vida de Iñaki Urdangarin
Desde el primer día, Ainhoa ha sido excluida de cualquier encuentro familiar importante. Cada vez que Iñaki viaja para ver a sus hijos, especialmente a Pablo, que vive en Barcelona y sigue haciendo carrera en el balonmano profesional, ella desaparece del plano. Se aloja en hoteles cercanos, esperando en la sombra, mientras su pareja comparte cenas, celebraciones y momentos especiales con sus hijos. Como si ella no existiera.
El último episodio tuvo lugar hace pocas semanas, cuando Pablo renovó contrato con su equipo. La ocasión fue motivo de celebración para toda la familia Urdangarin-Borbón, incluida la infanta Cristina, que volvió a compartir espacio con su exmarido. Ainhoa, una vez más, no fue invitada. Ni una foto, ni un gesto, ni una presencia. Se quedó sola una habitación de hotel.
Los padres de Ainhoa Armentia trasladan a Iñaki Urdangarin su preocupación por su hija y sus nietos
Este trato constante de invisibilidad ha comenzado a hacer daño real. Según fuentes cercanas, Ainhoa está frustrada, cansada y cada vez más decepcionada. No entiende cómo, después de tanto tiempo, sigue siendo tratada como una figura secundaria. Pero lo más doloroso, según esas mismas voces, es que Iñaki no planta cara. Él, que ya no es un hombre casado, sigue cediendo al control emocional que Cristina ejerce sobre sus hijos.
Pero las tensiones no se quedan en la pareja: los padres de Ainhoa han empezado a manifestar su malestar. Les preocupa profundamente ver a su hija atrapada en una relación que parece estancada. Y no solo a ellos. Este escenario también afecta la vida de los hijos de Ainhoa, completamente al margen de los de Iñaki. No hay posibilidad de convivir como una familia ampliada, y eso, para los padres de Ainhoa, no es negociable a largo plazo.