La tensión entre Froilán y Jaime de Marichalar ha alcanzado un punto de no retorno. Padre e hijo apenas mantienen comunicación, y todo por las nuevas recaídas del joven, quien este verano volvió a protagonizar escenas bochornosas que dejaron en entredicho el apellido Borbón. Mientras el sobrino de Felipe VI sigue atrapado en ambientes nocturnos y afters clandestinos, su padre se muestra cada vez más avergonzado de su conducta, convencido de que su primogénito ha tirado por la borda cualquier futuro prometedor.
La relación entre ambos está prácticamente rota. Jaime de Marichalar, un hombre siempre discreto, esperaba de su hijo un comportamiento ejemplar, acorde con su posición. Sin embargo, lo que recibe es todo lo contrario: titulares escandalosos, imágenes filtradas de juergas interminables y un estancamiento en Abu Dabi que preocupa a toda la familia.

Froilán, entre la fiesta y la decepción de Jaime de Marichalar
Fuentes cercanas aseguran que Jaime de Marichalar está decepcionado hasta el límite. Durante años intentó defender a su hijo, incluso enfrentándose a la infanta Elena y al criterio de la Casa Real, pero las circunstancias actuales han superado cualquier paciencia. “Un padre puede tolerar errores, pero no la reincidencia en comportamientos autodestructivos”, señalan allegados.
El joven ha hecho de la vida nocturna un estilo de vida, pasando de discoteca en discoteca, sumido en excesos que no pasan inadvertidos para la prensa. Su presencia en afters ilegales, fiestas maratonianas y locales donde la policía ha intervenido más de una vez lo colocan en el ojo del huracán. Esta cadena de errores ha roto los sueños de Marichalar, quien había puesto grandes expectativas en su hijo como heredero de una estirpe distinguida.

Un verano de excesos y una nula evolución en Abu Dabi
Lejos de mostrar madurez, Froilán vivió un verano de desenfreno. Desde Ibiza hasta Marbella, pasando por festivales en Asturias, el sobrino de la reina Letizia se dejó ver en reservados VIP y en fiestas interminables, siempre rodeado de amigos y copas. Su última noche en la isla pitiusa, captada por cámaras indiscretas, fue el broche final: bailando hasta el amanecer, gafas oscuras en un interior y un bigote improvisado que no logró disimular su identidad.
El tropiezo más comentado llegó cuando una joven llamada María criticó su actitud durante otra noche de fiesta en Ibiza. "Actuaba como si fuera el dueño de la discoteca, literalmente. Hablaba con una prepotencia...", relató ella, describiendo aquella escena como una de las experiencias más incómodas que ha vivido.
Al regresar a Abu Dabi, donde supuestamente debía centrarse en un trabajo vinculado a logística y relaciones públicas, la sensación es de falta de progreso absoluto. No ha encontrado un rumbo ni profesional ni personal. Vive bajo la sombra de su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I, quien en su momento lo acogió, pero que nunca pretendió convertirse en su niñera. El panorama resulta desolador: un joven adulto cercano a los 30 años sin metas claras ni estabilidad.
El exduque de Lugo no oculta ya su malestar. Según se comenta en su círculo más íntimo, siente una profunda vergüenza por las actitudes de Froilán, que contrastan con la imagen de discreción y elegancia que él siempre ha querido proyectar. Jaime de Marichalar llegó a pedirle a su hijo un cambio radical: “Más amabilidad y discreción”, habrían sido sus palabras. Sin embargo, estas recomendaciones parecen caer en saco roto.