Froilán vuelve a ser un quebradero de cabeza incansable para Zarzuela. Su nombre, que ya apuntaba maneras hace años entre los Borbón, se ha convertido en sinónimo de problemas. La paciencia de la Casa Real tiene un límite, y con él ya se ha cruzado demasiadas veces. Por eso, cuando sus excesos alcanzaron el punto de no retorno, se decidió enviarlo lejos, muy lejos: a Abu Dabi, bajo la supervisión de su abuelo, Juan Carlos I. La idea era poner tierra de por medio para que madurara, encontrara un rumbo y dejara de dar disgustos. Pero el tiempo pasa, y el nieto del rey emérito sigue sin mostrar señales de cambio.

Froilán y la infanta Elena / Gtres
Froilán y la infanta Elena / Gtres

Cercano a cumplir los treinta, Froilán parece anclado en una adolescencia sin fin. Ni los consejos de su madre, la infanta Elena, ni los intentos de su padre, Jaime de Marichalar, han servido de mucho. Su breve paso por la petrolera Adnoc, donde trabajó como becario gracias a un empujón familiar, fue un espejismo. Ganaba 7.500 euros al mes y vivía como un jeque en un apartamento de 500 metros cuadrados, pero la puntualidad y la constancia nunca fueron su fuerte. Llegar tarde o ni tan siquiera acudir al trabajo era habitual. Cuando terminó su contrato, nadie pensó en renovarlo, dejó en ridículo a su abuelo.

Froilán no madura, descontrol en Abu Dabi y en España 

La historia se repite: el trabajo le aburre, la noche le fascina. En Madrid, antes de su exilio, era habitual verle en locales exclusivos del barrio de Salamanca, siempre acompañado de un séquito de amigos y con el móvil lleno de vídeos que mejor no ver. La gota que colmó el vaso llegó una Navidad: una pelea con arma blanca a las puertas de una discoteca. Un mes después, la policía lo desalojaba de un after ilegal en el que llevaba cuatro días seguidos sin dormir. El local, con licencia de sauna, estaba lleno hasta los topes. Cuando los agentes entraron, encontraron algo más que música: sustancias prohibidas y un ambiente que escandalizó a Zarzuela.

Desde entonces, la relación de Froilán con su familia ha sido un lento pero firme distanciamiento. Los apoyos se han evaporado. Marichalar, que siempre fue su defensor, ha tirado la toalla, se siente desilusionado. Su madre ya no sabe cómo justificarlo. Y en la Casa del Rey, el tema Froilán se trata con resignación. Cuando regresa a España, intenta mantener un perfil bajo, escondiéndose en fiestas privadas donde nadie pueda verle, aunque ni así logra evitar los escándalos. En una ocasión, su propia escolta tuvo que sacarlo de una casa particular antes de que la situación se descontrolara por completo. Todos creen que nunca va a cambiar.

Victoria Federica i Froilán abraçats   Instagram
Victoria Federica i Froilán abraçats Instagram