El rey está triste, ¿qué tendrá el rey? Juan Carlos tiene síndrome de personaje de poema de Rubén Darío. Dicen sus íntimos que está harto de su retiro dorado en los Emiratos Árabes. Que está aburrido y que tiene miedo de morir lejos de España. Al segundo temor, no parece que de momento, pueda ponerle remedio. Al primero sí. Porque según explica El Confidencial Digital, el emérito le ha encargado a uno de sus mejores amigos, el empresario y regatista Pedro Campos, que le gestione y prepare "un refugio estable" en la República Dominicana.

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Juan Carlos y Pedro Campos (GTRES)

El Borbón, explican, escogió Abu Dhabi como destino de impasse. Pero ahora, después de tres meses, se ha cansado del lujo árabe y quiere cambiar de lugar. Pero no se piensen que con el cambio saldrá perdiendo. "El alargamiento de los trámites judiciales en España le ha llevado a buscar un destino menos polémico y más tranquilo", escribe el citado medio... Y más lujoso, podríamos añadir. Porque la nueva elección de Juan Carlos no es moco de pavo.

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Juan Carlos (GTRES)

El monarca ya ha puesto el ojo en el lugar donde quiere que su amigo le ponga las maletas: el lujosísimo complejo Casa de Campo, en La Romana, propiedad de la familia Fanjul en la República Dominicana. El rey quiere mudarse al resort espectacular de esta multimillonaria familia de origen español con plantaciones de azúcar por todo el país.

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Juan Carlos y los Fanjul (Efe)

Sólo hay que echar un vistazo a las siguientes fotografías para ver que la tristeza que pueda tener Juan Carlos por no poder volver a España se le pasará de golpe:

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Como si fuera aquel "Curro se va al Caribe" de Halcón Viajes. Pero aquí no le hace falta una compañía de viajes, ya se lo montan los amigos. Un paraíso de 20 kilómetros cuadrados le espera. Con tres campos de golf, 2.000 villas de lujo que pueden costar hasta 30 millones de dólares, playa privada, pistas de tenis y fútbol, restaurantes, boutiques, puerto para cruceros, aeropuerto, un club privado, spa, campos de tiro, club ecuestre o área para jugar a polo... Si aquí Juan Carlos vuelve a decir aquello de que se aburre es que definitivamente ha perdido la poca vergüenza que le quedaba.