Otra cosa no, pero es indudable que el rey Juan Carlos tiene una característica 'digna de elogio': la coherencia. Es coherente en su polsió erótico-festiva que le ha hecho merecedor de una larga lista de amantes. Es coherente en su meimportatrespepinosismo de lo que piense la ciudadanía y a pesar de los escándalos por sus supuestos negocios fraudulentos, sigue paseando su estropeada anatomía por plazas de toros o restaurantes, a pesar del riesgo de encontrarse con gente de fiesta que le grita "¡Viva la República"! o "A tope sin drogas".

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El Faro de Vigo

Y ahora también ha quedado probado que es coherente a la hora de hacerse fotos comprometidas, que hacen avergonzar del papel de la monarquía y al lado de personajes señalados por el resto del mundo. Las razones económicas no tendrían que justificarlo todo, y menos, fotos tan calamitosas que son un auténtico escándalo democrático, como la que trascendió ayer con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, saludándose sonrientes en el Gran Premio de Fórmula 1 de Abu Dhabi. Un Salman que la comunidad internacional hace responsable del asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi. Pero JC va a la suya.

Joan Carles con el príncipe de Arabia Saudí EFE

Efe

Y decíamos que es coherente porque, casualidades de la vida, este lunes, al día siguiente de la foto de la vergüenza, se cumplen nada más y nada menos que 40 años de otra foto igual de polémica. El 26 de noviembre de 1978 Juan Carlos y Sofía aterrizaban en Argentina para encontrarse con el dictador Videla y cerrar millonarios acuerdos económicos (300 millones de dólares), a pesar de las peticiones de la oposición de que cancelase el viaje. Según publica el diario Público, dos años después del golpe de estado militar, el general invitó a Juan Carlos en un intento de afianzar la buena sintonía entre los dos países y a pesar de las graves violaciones de derechos humanos, desapariciones, secuestros y asesinatos en el país sudamericano, los reyes fueron. Deberían encontrarse como en casa después de la dictadura de Franco en España.

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Videla vanagloriándose por los vínculos con la 'Madre Patria' y Juan Carlos que viajaría sí o sí a pesar de los debates paralelos en el Congreso sobre su idoneidad. Incluso, fue a Buenos Aires con un regalo para Videla, el Collar de Isabel la Católica, con un Videla eufórico en el recibimiento de los reyes: "La vulneración de la libertad, la justicia y la convivencia democrática, impuso esa lucha en la que el pueblo entero brindó su apoyo para rescatar la dignidad nacional y los derechos humanos afrentados por la agresión. Argentina triunfó en ese empeño. Hoy se empieza a comprender en el mundo el sentido de nuestra acción, sus profundas razones, su lacerante urgencia".

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El rey, de su parte, agradeciendo el trato histórico de Argentina a los españoles, aunque 700 españoles (naturales o descendientes) desaparecieron durante la dictadura. Durante la visita de cuatro días recuerda el medio que Juan Carlos y Sofía también tuvieron tiempo para ir a la Bombonera a ver un partido de Boca Juniors o escuchar tangos en directo. Tuvieron tiempo de eso y de escribir una declaración oficial que provoca indignación, especialmente por el fragmento donde se decía que "la protección y el efectivo respeto de los derechos humanos constituyen una responsabilidad principal de todos los gobiernos que se han adherido a la declaración universal de 1948", cosa que sonaba a broma en la Argentina de 1978.

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La dictadura de Videla sacó pecho y provecho y explotó la visita borbónica en un folleto donde se leían cosas como "Fueron cien horas inolvidables, de apretada agenda, en las que los jóvenes monarcas pudieron sentir, de cerca y plenamente, la conmovedora adhesión que les brindó el pueblo argentino en todos los niveles". El dictador y asesino Videla, satisfecho por la visita de Juan Carlos. El príncipe heredero de Arabia Saudí, también... 40 años de diferencia entre una foto y la otra. Pero nada ha cambiado.