La reina Sofía vive una pesadilla que jamás imaginó afrontar con tanta crudeza. Su hermana Irene de Grecia, su inseparable tía Pecu, se encuentra en el tramo final de su vida, consumida por un Alzheimer devastador que le ha arrebatado la memoria y la movilidad. Hace ya un año que no aparece en público, y en la familia han decidido protegerla de miradas indiscretas para evitar que el mundo vea el deterioro de una mujer que fue tan vital y cercana.

Sofía ha viajado a Grecia para acompañarla en estas horas críticas. Su presencia es constante, apenas se separa de la cama de Irene, mientras los médicos emiten diagnósticos cada vez más sombríos. La reina emérita, profundamente religiosa, se refugia en la oración, pero no logra contener el llanto cuando habla con su hijo Felipe VI, con quien mantiene contacto diario. Madre e hijo, unidos por el dolor, se confiesan y se dan aliento.
Felipe, aunque atrapado por su agenda oficial, no se separa de su madre ni un instante en lo emocional. Ha pospuesto compromisos y se mantiene pendiente del teléfono, sabiendo que su madre necesita sentirle cerca en este trance. Sofía le cuenta entre lágrimas cómo Irene ya no reconoce a nadie, cómo su cuerpo se apaga lentamente y cómo su ausencia se convierte en un abismo para toda la familia.
Irene de Grecia preocupa a toda la familia, los médicos no le dan esperanzas
La reina emérita llora porque sabe que su hermana no volverá a compartir con ella un paseo, una conversación o un verano en Marivent. También llora porque, por la gravedad de la situación, doña Sofía no puede contar con la presencia de sus hijos ni de la infanta Cristina, que habría querido acompañarla en Grecia, pero la salud de Irene ya no permite visitas numerosas.
En Zarzuela, el clima es de tristeza absoluta. Felipe ha confesado a su círculo más cercano que lo que más le duele es ver a su madre tan destrozada. El vínculo entre ambos nunca ha sido tan fuerte como ahora, y el Rey ha dejado claro que no permitirá que Sofía afronte sola este final.
El fin de semana ha sido negro, lleno de lágrimas y silencio. En Grecia, Sofía se despide poco a poco de su hermana. En Madrid, Felipe sostiene a su madre a distancia. Dos generaciones unidas en el dolor por Irene de Grecia, la princesa olvidada, que se apaga lentamente sin reconocer el rostro de los que más la aman.
