Lo que debía ser una jornada impecable para la imagen internacional de la Corona española terminó con un evidente malestar entre los reyes de España. Durante la 4.ª Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU, celebrada en Sevilla, las formas de la reina Letizia no solo sorprendieron a los asistentes, sino que también pusieron en una posición incómoda al rey Felipe VI. El monarca habría acabado visiblemente molesto.
El acto tuvo lugar este lunes en el Palacio de Exposiciones y Congresos (FIBES). Comenzó a las 9:30 de la mañana, minutos después de la llegada de los monarcas. Fueron recibidos por el Secretario General de la ONU, António Guterres, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una cumbre marcada por la presencia de más de 35 jefes de Estado, 12 primeros ministros y numerosos representantes de organismos internacionales.

La actitud de la reina Letizia en Sevilla no pasó desapercibida
Ya la noche anterior, durante la cena de gala inaugural, se produjeron algunas escenas incómodas. Entre ellas, el gesto de Pedro Sánchez y su esposa, Begoña Gómez, quienes tras saludar brevemente a los monarcas, evitaron la tradicional foto oficial, abandonando la escena sin protocolo alguno. El Presidente no está para acaparar protagonismos.
Pero si el gesto del presidente fue llamativo, las actitudes de Letizia durante la conferencia resultaron aún más comentadas. La reina adoptó un comportamiento fuera de lo habitual, intentando ocupar un espacio que no le correspondía protocolariamente. Se la vio interrumpiendo conversaciones, buscando protagonismo, e incluso tomando la palabra en momentos donde no estaba previsto. Algo que no pasó desapercibido ni para los asistentes internacionales ni, especialmente, para el propio Felipe VI, que se mostró tenso y distante en varios momentos del acto.

Esta vez, Letizia no se fue antes
No es la primera vez que Letizia sorprende con actitudes poco convencionales en eventos oficiales. En otras ocasiones, en las que las personalidades presentes no tienen tanto peso, Letizia tiende a ausentarse antes de tiempo. La mayoría de las veces ni siquiera se despide. Se va lo más desapercibida posible. Lo que vulgarmente se llama hacer una ‘bomba de humo’. En esta ocasión, en cambio, los presentes eran algunas de las personalidades más poderosas del panorama internacional. Y la actitud de Letizia fue otra.
La consorte quiso ser la protagonista, opacando en ocasiones a Felipe y buscando ser el centro de atención cuando no tocaba. El rey terminó especialmente molesto, en lo que fue un reflejo de un desencuentro interno cada vez más difícil de disimular.