Es sabido que relación entre Felipe VI y su padre, el rey emérito Juan Carlos I, atraviesa uno de sus momentos más tensos y dolorosos. Según fuentes cercanas a Zarzuela, el actual monarca se encuentra profundamente afectado por el comportamiento impredecible de su progenitor, que durante años no ha dejado de realizar actos que ponen en cuestión a toda la monarquía. Y no nos referimos solo a sus corruptelas financieras. También a una adicción insaciable: las mujeres.
Este impulso incontrolable ha sido, durante décadas, el mayor talón de Aquiles del emérito. Se estima que ha mantenido relaciones con miles de mujeres, muchas de ellas vinculadas por interés, dinero o simplemente por el aura de poder que rodeaba al jefe del Estado. Pero más allá de los números y el morbo, lo que preocupa ahora en la Casa Real es el impacto que esta conducta compulsiva puede tener sobre el presente y el futuro de la institución.

Felipe VI no sabe qué hacer con la adicción de Juan Carlos I por las mujeres
Uno de los episodios más delicados es el protagonizado por Corinna Larsen, empresaria alemana y antigua amiga íntima del emérito. Lo que comenzó como una relación sentimental ha degenerado en una batalla judicial abierta, con acusaciones cruzadas, revelaciones explosivas y un peligro constante de escándalo internacional. Corinna, conocedora de detalles comprometidos sobre los movimientos financieros y personales de Juan Carlos, representa una amenaza latente no solo para su figura, sino para la estabilidad de la monarquía española.

El vicio de Juan Carlos I puede convertirse en una amenaza para la monarquía
El rey Felipe VI se está viendo superado por este vicio. Según ha trascendido, considera que su padre padece una obsesión crónica, un "mal sin cura", como lo ha definido en círculos privados. Lo que desespera a Felipe es que siga actuando por impulso, sin medir las consecuencias institucionales. La reciente decisión de Juan Carlos de presentar una querella contra Corinna ha sido interpretada como una maniobra emocional más que estratégica. Un despecho disfrazado de dignidad. Y es que como dijo Pilar Eyre, la realidad es que "si Corinna le dice 'ven y déjalo todo' al rey emérito, él lo dejaría todo".
Felipe teme que la denuncia no solo reactive antiguos escándalos, sino que provoque una reacción en cadena que acabe afectando incluso a su hija, la princesa Leonor, heredera al trono. El rey considera que su padre está jugando con fuego, y que la exposición mediática de estos asuntos sentimentales amenaza con dinamitar la credibilidad de la Corona más de lo que ya está.