Felipe VI sorprendió en 2020 con una decisión firme: renunciar públicamente a toda herencia futura de su padre, el rey emérito Juan Carlos I. Una medida destinada a proteger la imagen de la Corona, tras años de sospechas y escándalos financieros. El monarca no solo se desvinculó de posibles ingresos personales, sino que también excluyó a sus hijas, Leonor y Sofía, de cualquier beneficio económico derivado del patrimonio del emérito.

Pero el destino es caprichoso. A pesar de esa renuncia, una segunda herencia se perfila en el horizonte. Esta vez, procedente de su madre, la reina Sofía. Y con ella, una nueva suma que podría elevar notablemente el patrimonio personal del actual jefe del Estado. Todo apunta a que el testamento de la reina madre le señala como principal beneficiario.

Juan Carlos I y Felipe VI

Indirectamente, Felipe VI sí recibirá parte de la herencia de Juan Carlos I

A lo largo de décadas, Sofía de Grecia ha acumulado un patrimonio relevante, con inversiones, bienes inmuebles y cuentas internacionales. Aunque su fortuna no alcanza los más de 1.800 millones de euros que algunos expertos atribuyen a Juan Carlos I, la cifra sigue siendo lo suficientemente elevada como para colocar a Felipe VI entre los hombres más ricos de España.

Además, existe otro factor crucial: la reina emérita también figura como heredera parcial del rey emérito. Esto implica que parte del dinero de Juan Carlos I pasará primero a manos de Sofía y, más adelante, a las de su hijo. De forma indirecta, Felipe VI recibiría parte de aquello a lo que formalmente había dicho no.

La paradoja es inevitable. El monarca que quiso desvincularse de la fortuna familiar podría acabar aceptando una parte sustancial de ella. Hasta la fecha, no hay constancia de que Felipe haya renunciado a la herencia de su madre. Por tanto, el camino está abierto. Sin que medie una contradicción pública, podría verse impulsado a aceptar una herencia millonaria sin romper su palabra formal.

La reina Sofía con Felipe VI

Segunda herencia millonaria

Este posible legado lo incluye todo: desde propiedades en el extranjero hasta cuentas bancarias, pasando por activos financieros y objetos de valor histórico. Una riqueza silenciosa, alejada de los focos, pero que podría provocar una gran reacción mediática si finalmente pasa a manos del rey.

Por tanto, la situación coloca a Felipe VI en una posición delicada. Podría pasar de ser el monarca ejemplar que rompió con el pasado, a ser el heredero indirecto de ese mismo pasado. Así, salvo una nueva renuncia pública, Felipe VI acabará siendo beneficiario de una fortuna que viene marcada, otra vez, por su apellido.