Pilar Eyre lo ha vuelto a hacer. Si hace unos meses temía ser censurada a raíz de las informaciones sobre las amantes del rey emérito Juan Carlos I y más recientemente explicaba la peculiar manera con la que la reina Letizia aprendió catalán, a buen seguro que hoy ha vuelto a incomodar Zarzuela. En un artículo en Lecturas, la periodista especializada en la familia real sigue sin pelos en la lengua y vuelve a suscitar las intimidades del rey Felipe, que esta semana celebraba con magnificencia su 50º cumpleaños.

Y es que desde bien pequeño, el monarca español ya tenía bien claro como la gente (o en este caso los periodistas) se acabarían dirigiéndose a él. "Cuándo cumplió 8 años nos enviaron una circular donde se indicaba cómo teníamos que tratarlo: como majestad, señor o con 'Don' delante. Los hombres tenían que darle la mano e inclinar la cabeza y las mujeres, arrodillándose", explica Eyre.

La cosa no acaba aquí. El artículo también deja al descubierto no sólo la incomodidad del por entonces príncipe en ciertos actos, sino que revela una clara predilección de Felipe hacia su madre. "Cuando era un niño y [los periodistas] íbamos a Marivent, no hablaba, se le veía molesto y aburrido, se aferraba a su madre y nunca cruzaba una mirada con su padre".

felip y sofia -EFE

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La periodista cita a un cámara de televisión que sorprende con otro grande titular sobre las pocas habilidades comunicativas que Felipe tenía durante su adolescencia. "Fuimos a grabar un pequeño reportaje en los jardines de Zarzuela y le preguntamos qué significaba ser príncipe de Asturias. Respondió: 'No lo sé'. Tendría unos 15 años".

Las críticas llegan, incluso, desde dentro de la propia familia real. Eyre cita a una prima del monarca que deja en evidencia tanto al rey como a sus hermanas Cristina y Elena. "Felipe y sus hermanas no son simpáticos, no tienen temas de conversación con las personas mayores, son poco sociables. Si venían a casa, no ayudaban a poner la mesa o a hacerse la cama como niños educados".

Por si eso fuera poco, el artículo acaba con el testimonio de un aristócrata catalán, que explica el gran anhelo de Felipe después de vivir de primera mano los problemas matrimoniales entre sus padres. "Su grande empeño siempre ha sido que sus hijas crezcan en un hogar armonioso, algo que él, que ha visto a su madre llorar muchas veces, nunca ha tenido", asegura.