Irene Urdangarin es la sobrina catalana del Rey Felipe y sigue sorprendiendo cada día que pasa. Está a punto de cumplir los 18 tacos y la prensa rosa sigue atenta sus pasos: ahora está en Suiza acabando 2º de Bachillerato en la escuela Ecolint y, en pocos meses, comenzará sus estudios en la EHL Hospitality Business School, la mejor universidad de hostelería del mundo. Sin embargo, últimamente tenemos pocas imágenes de ella más allá de una en la que aparece con todos los Borbones rindiéndole un último homenaje a su tío abuelo Constantino de Grecia en el cementerio de Tatoi. Es por eso que ahora vamos a recuperar detalles de antaño de 'La Princesa en la Sombra'.
Hemos hablado de todos sus accesorios... Bolsos, pestañas, blusas, uñas etcétera etcétera. Ahora nos centramos en su mano derecha, donde luce una pulsera con un significado muy especial. Un detalle relacionado con su hermano que pone la piel de gallina y que demuestra lo mucho que se quieren el uno al otro. Vamos por pasos, la pulsera en cuestión es esta, concretamente la que lleva en la mano derecha:
Una que también luce su hermano Miguel Urdangarin, saliendo del coche, con gafas y look pijo:
Pues bien, esta pulsera tiene su qué y su por qué. Si nos fijamos bien y la miramos con lupa y con zoom, en ella se puede leer la palabra 'Battambang'. Pero... ¿qué es eso de Battambang? Pues es una ciudad. Concretamente, una ciudad del sureste de Asia, de Camboya. La capital camboyana es Phnom Penh, pero Battambang es la segunda ciudad más poblada del estado de Camboya, que cuenta con 120.000 habitantes y que tiene lugares emblemáticos como El Templo Chino, la Pagoda Piphithearam o la Pagoda del Elefante Blanco para visitar. Un enclave único que tiene un gran significado para el clan Urdanga, más concretamente para Juan Valentín, que hizo un voluntariado allí.
Mientras Iñaki Urdangarin se encontraba en la cárcel de Brieva, Juan estaba haciendo voluntariado en Battambang bajo el paragua de la fundación El Sauce. Allí, el hermano de Irene realizaba labores humanitarias con los niños que padecen alguna discapacidad a causa de las minas antipersona. Algo que le sirvió como experiencia personal única y que también propició al mayor de los Urdanga Jr unas cuantas pulseras que repartió entre los miembros de su familia, entre ellos Irene, que ha lucido este artilugio cargado de simbolismo en más de una ocasión. Y del simbolismo que nos gusta: de aquél que ayuda a los más necesitados, del de buena persona. Excelentísima, Irene.
