El estado de la reina Sofía ha encendido todas las alarmas en Zarzuela. Su reciente visita a Marivent dejó a los empleados consternados. Por primera vez en décadas, no quería viajar a Mallorca. Su prioridad era estar al lado de su hermana, Irene de Grecia, gravemente enferma.

Finalmente, accedió por petición de su hijo, Felipe VI. La tradición familiar de la recepción veraniega debía mantenerse. Sin embargo, su estancia fue breve. Menos de 48 horas. Después del acto, pidió regresar a Madrid de inmediato.

Casa real calla, pero el declive de la reina Sofía es evidente

Lo que parecía un gesto institucional ha mostrado una verdad inquietante. La reina no está bien. Durante la recepción, Sofía intentó aparentar normalidad. Pero era evidente su deterioro y su rostro de preocupación. A sus 86 años, ha perdido al menos 10 kilos en pocos meses. Camina más despacio. La sonrisa, forzada, apenas llega a los ojos. Intentaba integrarse en los corrillos tras el besamanos, pero quedaba aislada. Ya no es el centro de atención. Antes posaba junto a Juan Carlos I; ahora, su protagonismo es discreto y silencioso.

La familia real en la recepción de Marivent, 2025 / Casa Real
La familia real en la recepción de Marivent, 2025 / Casa Real

A su vuelta a Madrid, la cosa no ha mejorado. Así lo confirman fuentes internas de Zarzuela. “Está consumida”, aseguran. Gran parte de su sufrimiento proviene del deterioro de Irene. La tía Pecu ya no habla y no reconoce a nadie. La reina está profundamente afectada. Llora cada noche. Los médicos, según fuentes cercanas, no dan más de un año de vida a su hermana. Esta realidad la consume.

La tía Pecu, hijos peleados, sin atención de sus nietos…

El distanciamiento familiar tampoco ayuda. Sus hijos viven divididos desde hace tiempo. Felipe busca mantener a Juan Carlos I alejado de la monarquía y frenar cualquier proyecto mediático. Mientras tanto, las infantas Elena y Cristina consideran que ya se le ha castigado bastante y que Felipe debería relajar su postura.

El apoyo de sus nietos es limitado. La relación con la princesa Leonor y la infanta Sofía es casi inexistente. Como comentó Pilar Eyre en su aparición con ellas en Marivent, “la cogían del brazo como se ayuda a una señora por la calle”. No era un gesto familiar. No había complicidad. Del resto, solo algunos Marichalar y Urdangarin acuden a ella cuando necesitan alojarse en Zarzuela después de noches de fiesta o para pasar periodos de vacaciones.

Irene de Grecia y reina Sofía / Gtres
Irene de Grecia y reina Sofía / Gtres

El ambiente en Zarzuela preocupa. Empleados y asistentes confirman que la reina se muestra agotada y emocionalmente vulnerable. Cada gesto, cada paso, refleja un cansancio acumulado. Las miradas de quienes la rodean son de preocupación y tristeza.

La situación pone de relieve la fragilidad de la reina Sofía. Sus días están marcados por el dolor familiar y la soledad. Cada visita, cada acto público, es un esfuerzo enorme. Y quienes la conocen de cerca aseguran que no hay señales de que su bienestar mejore.