Leonor ha pasado por la Academia General Militar de Zaragoza y por la Escuela Naval de Marin y en las dos academias ha pasado exactamente lo mismo que en la Escuela del Aire de San Javier, misma expectación, mismas normas, mismos problemas. La princesa afronta su tercer y último año de formación militar en la Escuela del Aire de San Javier, donde ingresó el pasado 1 de septiembre. Tras un mes de adaptación, sus instructores aseguran que se está desenvolviendo con disciplina y constancia, aunque no todo está siendo sencillo. Las exigencias físicas del curso suponen para ella un desafío importante, sobre todo porque parte en desventaja frente a sus compañeros, que ya acumulan cuatro años de preparación y entrenamiento.

Mientras para la mayoría de compañeros la vida militar es una vocación, para Leonor se trata de una obligación derivada de su destino como futura jefa de Estado. Esa diferencia se nota, aunque en la academia intentan que pase inadvertida. Desde Zarzuela, Felipe VI y la reina Letizia han insistido en que su hija reciba el mismo trato que cualquier otro alumno, sin privilegios ni concesiones. Sin embargo, quienes conviven con ella reconocen que, en la práctica, hay ciertas consideraciones inevitables: su seguridad, su falta de experiencia y el hecho de que su formación esté condensada en tan solo un año obligan a hacer excepciones.

La princesa Leonor en San Javier Casa Real5
La princesa Leonor en San Javier Casa Real5

Su llegada a San Javier despertó la habitual expectación. Los nuevos compañeros, conscientes de estar compartiendo aula y comedor con la heredera al trono, vivieron los primeros días con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. La dirección del centro impuso restricciones severas: nada de teléfonos móviles durante el horario académico ni fotografías en las instalaciones, todo con el fin de evitar filtraciones y proteger la privacidad de la princesa.

Leonor se cree superior a sus compañeros 

Leonor comparte habitación con tres compañeras más, un detalle que desde la Casa Real consideran esencial para fomentar la convivencia y la normalidad. Sin embargo, la rutina diaria no está exenta de pequeños roces. En las duchas, por ejemplo, se ha convertido en un tema de conversación habitual su escrupulosa higiene. La princesa es extremadamente meticulosa: se ducha hasta dos veces al día, tarda mucho tiempo y no siempre deja turno suficiente para las demás. En más de una ocasión, sus compañeras han tenido que salir a instrucción sin haberse podido asear.

Pese a estas anécdotas, en la academia valoran su esfuerzo y puntualidad. Leonor sigue las normas con firmeza y se esfuerza por no destacar más de lo necesario. A fin de cuentas, su paso por la Escuela del Aire no es solo una obligación institucional: es también una prueba personal para demostrar que está preparada para el papel que la espera.

Leonor mira al cielo
Leonor mira al cielo