Mientras en Zarzuela se proyecta una imagen de disciplina militar y compromiso institucional, la realidad que se vive a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano parece otra muy distinta. Leonor de Borbón, la joven que algún día portará la corona de España, estaría dando rienda suelta a su faceta más fiestera en medio de su formación castrense.
Según han revelado sus compañeros de viaje, las salidas nocturnas de la princesa de Asturias se han vuelto un problema recurrente, hasta el punto de que en varias ocasiones ha sido necesaria la ayuda de sus escoltas para que no se desplome tras una noche de excesos. Este patrón de comportamiento no se ha limitado a su viaje en el Elcano; en Marín y también en Zaragoza, el personal de seguridad de la Casa Real tuvo que intervenir discretamente para evitar que la situación escalara a una escena pública vergonzosa.

La actitud despreocupada de Leonor pone en jaque la disciplina en el Elcano
Uno de los episodios más comentados habría tenido lugar durante la escala en Punta Arenas (Chile). Testigos aseguran que la joven mostró un comportamiento explosivo y desinhibido, muy lejos de la sobriedad esperada. Sus propios compañeros, con un tono irónico y sarcástico, han acuñado la expresión “chisposo” para describir su estado tras unas copas, asegurando que la princesa se descontrola en cuestión de segundos y que no hay quien la tenga a raya cuando la fiesta llama a la puerta.
A bordo del buque, las reglas son claras, pero la heredera parece disfrutar estirando los límites. Su actitud despreocupada ha generado incomodidad entre algunos mandos que, aunque guardan silencio oficial, no ocultan su malestar en círculos internos. La situación ha llegado a tal punto que se rumorea un informe confidencial dirigido directamente a la reina Letizia con detalles poco decorosos sobre las últimas travesuras de su hija.

Uruguay, Chile y Brasil: las paradas más bochornosas del tour real
Pero los escándalos no terminan en altamar. En Uruguay, durante una jornada en la playa, se filtraron imágenes de Leonor en bikini que fueron vistas como una jugada de control de daños por parte de la Casa Real. Lo que no salió a la luz, según fuentes cercanas, fueron las fotografías posteriores a una fiesta improvisada que terminó en un botellón en plena costa, con copas, risas desmedidas y un estado etílico alarmante.
La historia se repite en Brasil, donde una salida nocturna antes del carnaval puso en jaque al protocolo. Testigos aseguran que Leonor y sus compañeros regresaron al alojamiento en condiciones que rozaban el escándalo, lo que provocó una fuerte reprimenda por parte del equipo de coordinación de la travesía. Sin embargo, como ha ocurrido en otras ocasiones, la maquinaria mediática de Zarzuela logró silenciar lo peor.
El paralelismo con su abuelo el rey emérito Juan Carlos I no ha tardado en surgir. Fuentes militares señalan que la princesa comparte con él su carisma y su afición por la fiesta. Mientras algunos compañeros confiesan que ven en ella a una joven que intenta romper con la rigidez de la monarquía y sienten cierta simpatía por su actitud, otros opinan que su comportamiento no es apropiado para alguien que en el futuro deberá desempeñar el papel de jefa del Estado.