La incorporación de la princesa Leonor a la fragata Blas de Lezo aún no se ha producido oficialmente, pero su presencia futura ya comienza a generar tensión interna a bordo. Tras concluir su etapa a bordo del Juan Sebastián de Elcano, donde permaneció casi cinco meses recorriendo 17.000 millas náuticas y visitando ocho países, la heredera al trono afrontará una fase mucho más exigente y realista de su formación militar.

El paso por el Elcano fue, según fuentes cercanas a la tripulación, protocolario y cuidadosamente controlado. Dicho vulgarmente: “un paseo”. Aunque se trataba de un buque escuela, hubo concesiones evidentes a su estatus: exención de maniobras, turnos adaptados y una constante protección ante cualquier situación incómoda. Ahora, el escenario cambia por completo.

Elionor a l'Uruguai
Leonor en Uruguay

El verdadero reto para Leonor empieza en el Blas de Lezo

El Blas de Lezo (F-103) es un buque de guerra de verdad. Forma parte de la élite tecnológica de la Armada Española y está diseñado para operar en misiones internacionales complejas, no para sesiones fotográficas. Con tecnología avanzada y un entorno de trabajo hostil, esta fragata no tiene espacio para excepciones ni tratos de favor. O no debería tenerlos.

Y es precisamente ahí donde empieza el problema. Según han confirmado voces del entorno militar, desde Zarzuela ya se han hecho llegar instrucciones al comandante del buque: flexibilidad con Leonor. Se trata de una petición que, aunque informal, pone al mando de la fragata en una posición incómoda. Las directrices apuntan a repetir el modelo Elcano: hacer la vista gorda con su estado físico, reducirle las exigencias operativas y minimizar su exposición a tareas especialmente duras.

Fragata Blas de Lezo / Europa Press
Fragata Blas de Lezo / Europa Press

Piden trato especial para la princesa Leonor

Este tipo de interferencias preocupa seriamente al personal del Blas de Lezo. En un entorno donde se exige máxima preparación, resistencia y disciplina, una figura exenta de estas normas puede alterar la cohesión y la moral del equipo. Además, la posición que ocupará la princesa no será secundaria: está previsto que asuma funciones como guardiamarina y también como oficial de brigada, lo que implica liderar un pequeño grupo de marineros.

En esa función, deberá aplicar no solo los conocimientos técnicos adquiridos, sino también habilidades de mando, toma de decisiones rápidas y gestión bajo presión. Sin embargo, si el patrón del Elcano se repite, estas responsabilidades podrían quedar en papel mojado.

Lo más preocupante, según fuentes internas, es que el comandante ya habría manifestado su preocupación por el posible conflicto entre disciplina militar y privilegios reales. Ser obligado a hacer excepciones puede generar problemas a su autoridad frente a la tripulación, que deberá seguir cumpliendo con los horarios estrictos, los turnos rotativos y las maniobras de alto riesgo.