La princesa Leonor vive estos meses uno de los tramos más duros de su formación militar. Desde el pasado 1 de septiembre, está destinada en la Academia General del Aire de San Javier, en Murcia. Un nuevo reto que, según quienes la conocen, está resultando más exigente de lo que imaginaba.
A diferencia de su paso por el Ejército de Tierra o la Armada, esta etapa la enfrenta a su mayor obstáculo: el miedo a las alturas. En su avión privado no hay problema, pero pilotar una aeronave cambia las reglas del juego. Por ahora, las prácticas se limitan a simuladores del Pilatus PC-21, el modelo que deberá dominar antes de volar con instructor.

Leonor, sometida a un plan estricto en la Academia General del Aire
El día a día en el cuartel es estricto. Se levanta a las 6:45, comparte habitación con tres compañeras y asiste a clases desde primera hora. A las 22:00 horas, luces apagadas. Pero los fines de semana son su pequeña libertad. Desde el jueves por la tarde, los cadetes pueden salir. Y, como en Zaragoza o Marín, Leonor aprovecha cada permiso.
Los que la conocen afirman que Leonor es una joven responsable, pero también necesita escapar, como cualquier chica de su edad, del corsé que implica ser la futura reina. A sus 19 años, sigue buscando un equilibrio entre la disciplina militar y la vida universitaria que tuvo que dejar atrás.
Uno de esas salidas, sin embargo, acabó de forma inesperada. Fue la noche del 26 de septiembre, cuando la princesa y varios compañeros salieron a Murcia capital para desconectar. La velada comenzó tranquila, entre risas y música en un pub del centro. Pero a medida que avanzaban las horas, la presencia de Leonor empezó a atraer demasiadas miradas.

Problemas para Leonor en la noche de Murcia
Los escoltas que la acompañaban intentaron mantener el control. Revisaron la zona, pidieron a algunos clientes guardar sus teléfonos móviles y evitar grabaciones. Incluso registraron bolsos cerca de los lavabos para impedir fotos comprometedoras. Esa situación generó tensiones y protestas entre los asistentes y un ambiente cada vez más tenso.
Fuentes cercanas aseguran que Casa Real fue avisada cuando la situación se desbordó. Ante el riesgo de que se filtraran imágenes o de que la escena terminara mal, se ordenó una evacuación discreta. Pasadas las dos de la madrugada, Leonor abandonó el local acompañada por sus escoltas y regresó a San Javier antes de que la fiesta continuara sin ella.
Desde entonces, los desplazamientos de la princesa en Murcia se han restringido aún más. Y aunque el incidente no pasó a mayores, en Casa Real lo tienen claro: la prioridad absoluta es proteger la imagen y la seguridad de la heredera.