Este fin de semana, lo que debía ser una jornada de solemnidad y compromiso institucional, terminó convirtiéndose en un nuevo capítulo bochornoso para la Casa Real española, protagonizado —cómo no— por la reina Letizia. En plena celebración del Día de las Fuerzas Armadas en Canarias, la consorte dejó claro, una vez más, que cuando se trata de trabajar en fin de semana… no está para nadie.
Fuentes cercanas al entorno militar aseguran que el malestar fue evidente desde su llegada. Letizia no solo evitó a toda costa sonreír, sino que se mostró distante, impaciente y, según testigos presenciales, hasta descortés fuera de cámara. Mientras el rey Felipe VI cumplía con entusiasmo su agenda, la reina parecía contar los minutos para marcharse. "Quería irse la primera", reveló una fuente a puerta cerrada. Su rostro, impasible, contrastaba con la emoción de los asistentes al acto en Santa Cruz de Tenerife, donde se congregaron más de 3.000 militares en una impresionante muestra de fuerza y honor.

Letizia y su desprecio silencioso al Ejército: tensión tras bambalinas
La reina no oculta su incomodidad en actos militares, pero esta vez su actitud ha sobrepasado todos los límites. Según fuentes internas, la consorte de Felipe VI no siente afinidad con las Fuerzas Armadas. A diferencia de su esposo, Letizia no se ha involucrado en absoluto con los cuerpos militares, ni ha demostrado interés genuino por sus actividades. De hecho, hay quien afirma que la presencia de la reina genera incomodidad en el ámbito castrense, donde no se perdonan sus gestos de frialdad.
Durante el acto central celebrado el sábado 7 de junio, los desplantes de Letizia no pasaron desapercibidos. Desde su ubicación privilegiada en la tribuna real frente al Recinto Ferial, no hubo ni una muestra visible de empatía ni cortesía hacia los uniformados. La solemnidad del desfile aéreo y terrestre —con helicópteros, blindados, batallones de tierra y mar, y una notable representación de la Guardia Real— contrastó con el gesto rígido e impasible de la reina. Un testigo presencial comentó que ella no estaba allí por vocación, sino por obligación.
La Casa Real intenta contener el escándalo, pero ya es tarde
En Zarzuela el ambiente es tenso. Se comenta que la actitud de Letizia ha generado "profunda vergüenza" en la institución, especialmente en un momento donde la conexión con la ciudadanía y el apoyo a las Fuerzas Armadas es clave. La visita a La Palma —donde los Reyes se reunieron con damnificados por la erupción del volcán Tajogaite— tampoco logró mejorar la imagen de Letizia. Aunque frente a las cámaras mantuvo el tipo, fuera de foco su frialdad era palpable, lo que generó incomodidad entre los asistentes.

Desde la primera erupción del volcán en 2021, la familia real ha intentado mantener una narrativa de interés constante por la tragedia. Pero si el rey Felipe VI ha sido coherente con esa imagen, la actitud de Letizia parece contradecirlo todo. Su presencia en actos conmemorativos parece más protocolaria que emocional, y eso no ha pasado desapercibido ni entre los afectados ni entre los organizadores del evento.