Carla Vigo, la sobrina de la reina Letizia de 22 años, está viviendo su primer gran desamor. Se ha separado de Álvaro Uceda, el chico con quien ha compartido el último año y medio de su vida. Una relación que parecía muy fuerte; de hecho, ella se había instalado con el joven en casa de los padres de él. Un detalle que puede haber influido en la decisión final: demasiada presión para un romance entre personas tan jóvenes. Carla ha recogido todas sus pertenencias, ha hecho las maletas y ha salido por la puerta sin mirar atrás. De hablar de vez en cuando de casarse a huir por piernas. Esto también es el amor, y Vigo está aprendiendo una valiosa lección de vida.
Una más, de hecho. Carla acumula muchas, a pesar de su juventud. El suicidio de su madre, Érika, es el más traumático. Después el hecho de ser sobrina de toda una reina de España, con lo que ello supone. Por ejemplo, broncas y reproches por exponerse demasiado en público, por determinadas compañías, por decir lo que pensaba sin ambages. Tampoco le son ajenas las críticas por su aspiración de ser actriz y famosa, incluso mofas crueles, con mala leche. Tiene un catálogo de experiencias intenso, como mínimo. Si incluso debutó en el teatro con el malo malísimo de los escenarios, Rafael Amargo. Vaya carrerón.
Vigo sigue con sus sueños de triunfar intactos, a pesar de los batacazos y las decepciones. Esta separación, por ejemplo, es uno de ellos. Y no sólo por el dolor que hace en el corazón y el alma, también porque implica tener que empezar de nuevo, de poner las bases más elementales de su nuevo yo. Una de las más urgentes ha sido la de encontrar un nuevo nido dónde establecerse. Una búsqueda que ha completado satisfactoriamente, como ha explicado la revista 'Semana'. Y no está nada mal: unos apartamentos de estudiantes muy de moda y con precios no aptos para todos los bolsillos. Haremos un spoiler: hablamos de muchos miles de euros al mes: más de 4.000, de hecho. Estudiantes pata negra, vaya. Ahora bien, "se lo paga un familiar", sin especificar mucho más. Se aceptan especulaciones, pero tiene que ser un bolsillo generoso para hacer frente a este dineral. La habitación doble tiene buena pinta.
Carla se ha instalado en el Social Hub Madrid, una cadena de alojamientos presente en diferentes países, y que destacan por ser de diseño, por habilitar espacios de coworking y por tener un toque así como cool y guay para sus habitantes. La empresa ofrece varias alternativas, pero haciendo cábalas nos inclinamos por la opción de estancia de larga duración, con un coste próximo a los 130 euros cada noche. Sin desayunar, claro, que eso pica un poco más. Ahora bien, podrá disfrutar de bicicletas gratis, de conexión a Internet, gimnasio, piscina, restaurante... Por este precio astronómico, sólo faltaría. Ahora bien, el apartamento de uso individual parece cutre, poca cosa. Hinchadísimo el precio, la verdad.
Si hemos acertado y se ha quedado con la primera opción, tiene entre manos un refugio molón para llorar las penas y pasar página. Lo hace al estilo de la familia política de su tía, que no se privan de nada. Vigo, hasta ahora una modesta estudiante de interpretación y de canto, ahora va a todo trapo. La casa es grande, o eso parece. Así la tienen contenta y tranquila, ¿no?